Los secretarios de Salud de los 27 estados de Brasil exigieron este lunes, mediante un comunicado, que el Gobierno imponga un toque de queda nocturno y nacional en todo el país para evitar el colapso de la red hospitalaria en las principales ciudades.
“Brasil atraviesa, perplejo, por el peor momento de la crisis provocada por la covid-19, con índices muy elevados en todas las regiones”, alertó el Consejo Nacional de Secretarios de Salud (Conass), que reúne a los responsables sanitarios de los 27 estados.
“La ausencia de una conducción nacional unificada y coherente dificultó la adopción de medidas” para restringir la movilidad de personas, agregan los secretarios, en una clara alusión al presidente del país, Jair Bolsonaro, líder una negacionista ultraderecha brasileña y que insiste en minimizar la gravedad de la pandemia.
En su documento, la Conass recomendó la inmediata “prohibición de eventos presenciales como espectáculos, congresos, actividades religiosas, deportivas o similares en todo el territorio nacional”.
También pidió “la suspensión de las actividades presenciales en todos los niveles de la educación del país”, el “cierre de playas y bares” y la implantación de “un toque de queda nacional entre las 20.00 horas y las seis de la mañana, y durante los fines de semana”.
El jefe de Estado, por el contrario, volvió a criticar en los últimos días las medidas de distanciamiento social y afirmó que se debe dar prioridad al mantenimiento de la actividad económica, pues el desempleo causado por esas restricciones “mata más” que el virus.
Pese a la aparente reducción de las cifras en los dos últimos días, el promedio de muertes en la última semana se ubicó este lunes en 1.225 diarias, el mayor registrado desde el inicio de la pandemia y una media en un 15,35 % superior a la de hace un mes (1.062 fallecimientos diarios el 1 de febrero).
De la misma forma, el promedio de contagios en la última semana subió hasta 55.977 diarios este lunes, igualmente el mayor desde el inicio de la pandemia y en un 9,47 % superior a la media de hace exactamente un mes (51.133 casos diarios el 1 de febrero).
La subida de los promedios diarios a niveles récords demuestra que Brasil enfrenta una segunda ola de la pandemia más virulenta y mortal que la primera, que al parecer se ha recrudecido por la circulación de nuevas cepas del virus, entre las cuales la llamada variante brasileña, que, según el Ministerio de Salud, es tres veces más contagiosa que la original.
Este agravamiento, junto con el salto de las hospitalizaciones, amenaza con provocar un colapso en el sistema sanitario de gran parte del país y obligó a numerosos gobiernos regionales a imponer nuevamente estrictas medidas de distanciamiento social.