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8M: El día en que las mujeres pararon el mundo

Para algunos el 8 de marzo sigue siendo una excusa para regalar flores o bombones, para otros es un día clave dentro de una lucha permanente que no cesará hasta conseguir la equidad total entre los géneros.

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Una marcha que movilizó a miles de mujeres, un día histórico dentro del marco de una lucha histórica, una cambio de paradigma que se siente cada vez más próximo.

Ni flores ni bombones, basta de humillaciones

El capitalismo, que todo lo fagocita y transforma en mercancía, ha ido convirtiendo el día en que originalmente se conmemora el asesinato a manos de su patrón, de unas 130 trabajadoras de una fábrica que reclamaban reducción de la jornada laboral y remuneración igualitaria, en un mero día comercial, excusa perfecta para fomentar el consumo y encubrir los reclamos sociales. Pero el feminismo, movimiento noble si los hay, consigue día a día poner sobre la mesa lo que realmente importa: en un contexto de lucha social, los femicidios no cesan, sino que se incrementan, la brecha salarial no se acorta, sino que se mantiene inalterable a lo largo de la historia, el aborto sigue sin ser legal en nuestro país, ocasionando la muerte de miles de mujeres que dejan su vida interrumpiendo sus embarazos en centros clandestinos, sin poder acceder a las condiciones sanitarias básicas.

El 8 de marzo se ha ido transformando, de eso no hay duda. Mientras que algunos siguen considerándolo el «Día Internacional de la Mujer» y los shoppings siguen aprovechándolo para ofrecer «promociones» a las mujeres, en Argentina se consagró como un día de paro nacional.

No queremos flores ni bombones el 8 de marzo, mientras el resto del año se nos mata, se nos viola, se nos desaparece, se nos cosifica, se abusa de nosotras, se nos humilla. Queremos gozar de los derechos que nos corresponden legítimamente, queremos ser tratadas de manera equitativa y justa.

Un feminismo organizado

En nuestro país, el movimiento feminista llevó a cabo múltiples asambleas en escuelas secundarias, en lugares de trabajo, en villas, en territorios en conflicto, en hospitales, etc, a lo largo de todo el año. Esto evidencia el impulso que toma el feminismo como fuerza transversal y horizontal, en el cual todos los reclamos son escuchados y debatidos, donde todas las identidades ninguneadas por el sistema heteropatriarcal son visibilizadas. A partir del trabajo infatigable del movimiento, se redactó un documento que fue leído durante la movilización del 8M.

Los reclamos fueron varios: aborto legal, seguro y gratuito, cese absoluto de la violencia de género, ley de cupo laboral y paridad salarial, además de manifestarse en contra, como colectivo, del modelo neoliberal del actual gobierno argentino, y de las múltiples herramientas de las que hecha mano para perpetuarse en el poder como lo son la flexibilidad laboral, la represión manifiesta y los despidos masivos.

El documento leído por las compañeras fue el fruto de un trabajo horizontal y profundo, no obstante fue menospreciado por importantes medios de comunicación que eligieron hacer referencia a los reclamos sociales más amplios como consignas que se «colaron» casi sin querer. Es que en tiempos en los que las mujeres ganamos poco a poco y con mucho esfuerzo el derecho a la palabra y a ser escuchadas, pareciera que sólo se nos permite hablar de ciertos temas, de los más urgentes, de los más evidentes, de las muertes y las violaciones, de las vejaciones que sufrimos por el simple hecho de haber nacido mujeres, pero no quieren que vayamos más allá. Los poderosos, los que se benefician a costa de perpetuar un sistema absolutamente desigual y machista, no tienen ningún interés en que busquemos destruir las condiciones de base que nos arrastraron a las desigualdades actuales, quieren ensuciar nuestra lucha y nuestros reclamos porque temen los alcances de un feminismo organizado, y hacen bien.

El feminismo argentino es una de las fuerzas más importantes a nivel latinoamericano que se va configurando como el motor propulsor de un cambio de paradigma radical y total, hacia un sistema en donde la justicia y la equidad no sea una cosa de género.

Movilización mundial

El 8M es un día clave a nivel mundial para la lucha feminista. En más de 50 países las mujeres han llenado las calles con sus pancartas, cantos y reclamos, haciendo visible el enojo con el sistema actual que sigue posicionando a la mujer en un nivel inferior respecto a los hombres.

Argentina, Uruguay, Brasil, México, España, Gran Bretaña, Turquía, son sólo algunos ejemplos del alcance de una lucha colectiva que, siendo heterogénea y masiva, es también colectiva y unida.

Las mujeres de todo el mundo somos una de las mayorías numéricas que es tratada históricamente como una minoría, pero a medida que el movimiento advierte la fuerza de convocatoria y la cantidad de adeptos de todas las latitudes con los que cuenta, las movilizaciones irán incrementando el número de marchantes hasta que sea imposible que el sistema siga haciendo oídos sordos a nuestros reclamos.

El feminismo llegó para quedarse y está haciendo historia.

8M con las zapatistas

Este año tuve la oportunidad de pasar el 8 de marzo con las compañeras zapatistas en el Caracol de Morelia, territorio libre en el estado de Chiapas, al sur México, en el cual miles de mujeres se congregaron para debatir, aprender, escuchar y celebrar junto a compañeras de todo el mundo.

Fue una experiencia única e inolvidable. Un encuentro en el que estaba prohibido el paso de los varones, incluso los zapatistas y en el que se desarrollaron durante tres días múltiples actividades sin registrarse disturbios ni conflictos, sino una sororidad absoluta.

Las comodidades eran mínimas: todas dormíamos en carpa o resguardadas del frío nocturno echando nuestra bolsa de dormir bajo un tinglado. El baño era sencillo y el agua de las duchas, muy fría. Las colas para conseguir comida eran largas, el sol del mediodía, abrasante. Sin embargo no se oían quejas o reclamos, se respiraba en cada rincón un clima de fraternidad absoluto, una alegría rebosante, una hermandad que no conocía nacionalismos.

Primer Encuentro Internacional Político, Artístico y Deportivo de Mujeres que Luchan

Las zapatistas nos ofrecieron su casa, se desvivieron por atendernos y hacernos sentir cómodas y lo consiguieron. Pudimos advertir las condiciones en las que viven. Para el sistema capitalista estas mujeres son pobres y por ello discriminadas: no tienen celulares de última generación, usan todas unas sandalias muy sencillas que poco protegen sus pies del frío, no tienen carpas de marcas gringas, como casi todas las asistentes, se arreglan con lonas y palos para tener donde dormir en el Caracol y dejar los dormitorios a sus invitadas. Su ropa no es de temporada, no comen sushi de calidad ni usan facebook. Pero tienen tierras libres, territorios autónomos, donde no reconocen otro gobierno que el propio, el del pueblo, tierras llenas de agua, montañas y sembrados y sobre todas las cosas tienen la dignidad que las fortalece, el agradecimiento que sienten por el simple hecho de estar vivas y juntas. Nos regalaron la fuerza que genera una esperanza fundamentada en su ejemplo de lucha, nos enseñaron a escuchar y a no juzgar, a sentir el dolor de la de al lado, aunque ni siquiera conozcamos su nombre y a comprometernos a derribar el sistema que nos somete cada uno de nuestros días.

Hubo todo tipo de charlas y debates sobre el aborto, las mujeres migrantes, el trabajo sexual, el machismo temprano, el feminismo y la maternidad, el conocimiento del cuerpo, la menstruación, el conocimiento ancestral femenino, la relación de la mujer y la tierra, por sólo nombrar algunos temas. Se llevaron a cabo partidos de fútbol y voley. Hubo lugar para el canto y la danza, para ver muestras de fotos, grabados y dibujos, para pintar murales, para escuchar los reclamos de las madres de mujeres desaparecidas y asesinadas, para compartir el dolor de las mujeres abusadas y víctimas de mil tipos de violencias asociadas a nuestro género.

Hubo tiempo de llorar, de estar tristes y enojadas, de recordar a las compañeras que ya no nos acompañan y honrar sus memorias, pero también hubo mucho tiempo de celebrar por las que seguimos vivas y luchando.

Fueron días intensos que aun no terminan de procesarse, porque lo que las zapatistas nos regalaron fue inmenso e invaluable, pero como en todo encuentro organizado hicimos un acuerdo, un pacto multitudinario. Acordamos vivir, porque vivir, para las zapatistas y, ahora también, para todas las mujeres que tuvimos el enorme privilegio de estar ahí, vivir significa luchar, y seguiremos luchando hasta el fin de nuestros días, hasta que todas las mujeres del mundo podamos sentir lo que es ser realmente libres.

Cárol Cortázar.- 

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