El Gobierno quiere bajar las retenciones para captar más dólares
El Gobierno presentaría en las próximas horas un nuevo esquema temporal de derechos de exportación para la soja, en el marco de una serie de medidas tendientes a aumentar el ingreso de dólares.
En concreto, la oleaginosa pasaría a tributar 30% entre octubre y diciembre es decir, tendría una quita temporal de tres puntos porcentuales. Tampoco se descarta que la quita sea progresiva: mayor en octubre y menor en los meses siguientes y que sume un diferencial (mayor quita) para harinas y aceites.
Además, se reducirán en cuatro puntos, las retenciones sobre las exportaciones de carne, que quedarían definitivamente en 5%.
El combo de medidas se completa con la puesta en marcha del Fondo de Compensación para productores de soja de hasta mil toneladas, medida que, además de ser una promesa hacia el sector agropecuario, es una obligación incluida en la Ley de Emergencia que permitió la suba de derechos de exportación en diciembre pasado.
Si bien desde el Gobierno se mostraron herméticos en cuanto a los detalles de las medidas, al término de la reunión de ayer del gabinete económico admitieron que este jueves se anunciará una reducción de las retenciones al agro
En tanto, desde el sector privado aseguraron que las negociaciones con el ministro de Economía, Martín Guzmán, “quedaron estancadas” luego de la reunión del miércoles y que el Gobierno decidió “tomar estas medidas por su cuenta”.
Los exportadores le habían propuesto una reducción temporal de 5 puntos de retenciones, aunque le advirtieron que de no flexibilizar el acceso a los dólares y acortar la brecha cambiaria, la misma no provocaría el “aluvión de ventas” que espera el Banco Central.
Hoy quedan en manos de los productores (o con precio a fijar) soja de la actual campaña por un valor aproximado de USD 8 mil millones.
Pero el deseo de que los productores aceleren las ventas se da contra la realidad de menores necesidades de efectivo del sector, en el marco de una comercialización con ritmo habitual.
En ese sentido, de acuerdo a los datos del Ministerio de Agricultura, al 25 de septiembre los productores ya comprometieron la entrega del 66% de la última cosecha de soja. Los números están en línea con los de los últimos cinco años, cuando para la misma época ya se habían desprendido de entre el 62 y 67 por ciento de la cosecha. La excepción fue en 2018, cuando se comercializó el 85% de la alicaída producción, golpeada por el histórico combo sequía-inundación que sufrió esa campaña.
También considerando el ritmo de venta histórico, hasta diciembre deberían comercializarse otros 9 millones de toneladas. A valor actual, significarían divisas por USD 3.600 millones, siempre dependiendo de la fluctuación de los precios de mercado.
Para considerar si la medida fue exitosa o no habrá que evaluar cuánto de ese volumen se supera hasta fin de año.
Además, hay que tener en cuenta que el costo fiscal de la baja de derechos de exportación podría ser del orden de los USD 110 millones, teniendo en cuenta que se vendan solo los 9 millones de toneladas señalados. Este habría sido el punto que no le gustaba a Guzmán: incertidumbre sobre la efectividad de la medida más costo fiscal de la misma.
¿Alcanzará?
Según diversos actores del mercado, entre los factores que considera el productor para evaluar su venta solo hay uno que lo alentaría a desprenderse de la soja:
- Debe encarar las siembras y necesita capital, por lo que podría vender parte de su cosecha.
- Creció mucho el financiamiento en pesos apalancado con el compromiso de entrega de soja para la próxima campaña. Factor que reduce la necesidad de venta.
- En líneas generales viene de dos campañas con resultados económicos positivos y enfrenta la que viene con muchas dudas sobre el comportamiento del clima, lo que podría convertirse en un año a pérdida si se ve afectado por la seca. Otra factor que puede retraer la venta inmediata, teniendo dificultades para pasarse al dólares (el grano es su moneda dura).
- También entran en juego las faltas de certezas sobre el tipo de cambio futuro y una eventual suba de precios internacionales por los problemas climáticos en Sudamérica.
Estos factores se complementan con la propia idiosincrasia del negocio y del productor agropecuario. “El productor retiene mercadería como forma de dolarizar su activo”, explicó Sebastián Salvaro, de la consultora AZ Group. Y agregó que “siempre acumula lo que produce porque al estar tan expuesto al clima, en el año que le fue bien ahorra por si en el siguiente le va mal”.