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Cómo quedaron las distintas patas del sindicalismo tras el cierre de listas

Tras la consagración de los aliados de CFK. El sindicalismo busca reacomodarse.

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El sindicalismo más combativo, aquel que le dio forma en la calle a la “resistencia” a Mauricio Macri, quedó relegado de las listas del Frente de Todos.

En ese aspecto, el Gobierno no hizo distinciones y marginó de igual modo tanto a la CGT como al moyanismo. Sólo un puñado de gremialistas aliados a Cristina Kirchner consiguieron lugares expectantes y la posibilidad de renovar las bancas que ya tenían.

Los camioneros de Hugo Moyano, aliados clave de la coalición, están molestos pero no lo expresarán públicamente. “Nunca esperamos nada”, suelen decir en el gremio, que se concentra en la pelea futura por la conducción de la CGT. En la central obrera, por su parte, ni siquiera la cercanía del cotitular Héctor Daer con el propio Alberto Fernández valió para conseguir casilleros. Sólo para la hija de Daer, Maia, que se postulará para la Legislatura porteña.

Con ganadores y perdedores, así quedaron las distintas “patas” del sindicalismo después del cierre:

Moyanismo

Fueron los grandes derrotados. “Teníamos expectativa y estábamos ilusionados por todo lo que habíamos hecho acompañando al Gobierno, pero siempre pagan mal”, admitieron que  desde el Sindicato de Camioneros, donde apuntaron que sólo pudieron “colar” candidatos en las listas de Salta y Corrientes.

El sector tenía la carta de Karina Moyano, hija de Hugo, secretaría de Género del gremio y quien estaba recorriendo la provincia como referente del Partido de la Cultura, Educación y Trabajo (CET), el sello fundado por el jefe camionero. Pero se quedaron con las manos vacías. Para explicar la distancia que los separa del Frente de Todos, el moyanismo apela a una explicación casi sociológica: “No somos del palo de ellos”.

La Corriente Federal

Esta extracción de sindicatos enfrentados a la CGT fue la gran ganadora del cierre. No sólo su máximo referente, el bancario Sergio Palazzo, consiguió el cuarto lugar de la lista de diputados del Frente de Todos, sino que los jefes sindicales Hugo Yasky (CTA de los Argentinos), Walter Correa (Curtidores) y Vanesa Siley (judiciales porteños) también fueron incorporados a la nómina para que renueven sus bancas.

Es que, excluyendo a Palazzo, todos habían estado ya en la lista de Unidad Ciudadana en 2017. Poca renovación en la Corriente Federal, el espacio que también integra Pablo Moyano y que busca disputarle la conducción de la CGT a Daer y los “Gordos”, como se conoce a los gremios de servicios.

Daer y la CGT

La central obrera tampoco consiguió nada para la lista “grande” y el universo de los gremios aliados al Presidente debió conformarse con la candidatura de Naldo Brunelli, histórico dirigente de la UOM, como diputado bonaerense por la Sexta Sección electoral. En Azopardo atribuyen ese desaire a un solo actor: La Cámpora.

“Alberto tuvo la mejor intención de tener a la CGT como aliada, porque era el grupo de poder que le daba sustento, y por eso La Cámpora nos rechazó”, analizó un dirigente sindical.

En la cúpula cegetista reconocen que una concesión del Presidente para el sector fue la eliminación de la libre elección de las obras sociales, lo que permite robustecer las cajas sindicales, pero apuntan que, más allá de esa medida, el resto “fueron promesas e incumplimientos”.

“El destrato es grande, pero los muchachos tienen un músculo y una cara de amianto”, se resignan, sin dobleces, en uno de los gremios. En esa perspectiva, la consagración de Palazzo y el resto de los candidatos de la Corriente Federal es vista como una provocación del kirchnerismo.

Un sabor agridulce dejó, en cambio, la inclusión de Maia Daer en el cuarto lugar de la lista de candidatos a legisladores porteños del FdT. El jefe sindical pujaba por la postulación de su hija y Alberto se había comprometido a cumplirle.

Movimientos sociales

Las organizaciones aliadas al Gobierno consiguieron un poco más de atención de la mesa chica del Frente de Todos. Tal como había anticipado este medio, el referente de Somos Barrios de Pie Daniel Menéndez fue ungido en el casillero 16 de la lista de diputados nacionales, en representación de la alianza de esa fuerza con el Movimiento Evita.

Pero el Movimiento Evita, a su vez, tiene sus particularidades. En Santa Fe, por ejemplo, el espacio apoya a Agustín Rossi en las PASO para senadores contra la lista que promueve el gobernador Omar Perotti, lo que no es bien visto en la Casa Rosada. A eso se suma la participación de la organización en la nómina cordobesa del gobernador Juan Schiaretti, que se mantiene lejos del Gobierno. En esa boleta el espacio ubicó a Rosalía Cáceres.

También sumaron listas propias en La Matanza y Florencio Varela. No por nada en La Cámpora recuerdan la incursión del Evita en el randazzismo durante las elecciones de 2017.

Por otro lado, el dirigente social Juan Grabois, de movimientos siempre impredecibles, amenazó con competir en las PASO de Entre Ríos con la candidatura de Dolores Etchevehere, la mujer enfrentada a sus hermanos por un terreno familiar, pero terminó bajando su lista para no provocar tensiones con el gobernador peronista Gustavo Bordet.

Paritarias

Como telón de fondo, los popes sindicales deben atender sus paritarias a raíz de la disparada de la inflación, que obligó a muchos gremios a reabrir las discusiones con las patronales para alcanzar la cifra “mágica” del 45% de aumento.

Cristina y Sergio Massa fueron quienes liberaron ese incremento para los trabajadores legislativos y, desde entonces, hubo una asonada de organizaciones que tenían sus acuerdos cerrados pero reclamaron (y consiguieron) aumentos semejantes: entre ellos, Camioneros, PAMI, Anses, seguridad privada, químicos, el Suterh (porteros) y La Bancaria. Otros “grandes” como Comercio, la UOM y UPCN ya pidieron la reapertura.

La paritaria a la baja que habían firmado muchos gremios, y que en los casos de los más afortunados pudieron reabrirse, es también un escollo para la reelección de los jefes sindicales, que deberán renovar sus votos este año a partir de la decisión del Gobierno de no prorrogar los mandatos sindicales.

El conflicto en Sanidad

Un gremialista de peso que busca el aumento del 45% -pero no lo consigue- es nada más ni nada menos que el propio Daer, jefe de los empleados de salud, que viene de concretar un paro por turnos la semana pasada y que acaba de acatar una (nueva) conciliación obligatoria en el conflicto con las patronales del sector, lo que le impedirá concretar una huelga nacional de 24 horas que estaba convocada para este jueves.

Daer está en una encerrona porque las empresas privadas aducen que no pueden otorgar aumentos a los trabajadores si el Gobierno no autoriza a las prepagas y prestadores a incrementar sus servicios. Una discusión sobre el huevo y la gallina.

Ahora, el Sindicato de Sanidad trasladó el paro nacional para el miércoles 4 de agosto, día en que también concretará una movilización en la Ciudad para dar a conocer el reclamo.

“Hay que tomar las decisiones políticas necesarias para resolverlo”, dijo Daer la semana pasada, en un mensaje directo a la Casa Rosada. Se tensa la cuerda a medida que escala el conflicto.

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