Después de meses de intensas gestiones y sin un único líder capaz de reunir a todas las tribus bajo un mismo techo, la CGT resolvió continuar con un triunvirato de mando en el que estarán al frente Héctor Daer, Carlos Acuña y Moyano.
Pablo Moyano no asistió personalmente hoy al congreso de la CGT que lo ubicó en el triunvirato de mando por un cuadro de fiebre, según informaron desde su entorno.
El número dos de los camioneros envió a Parque Norte a la cúpula de su gremio: en su nombre fueron Marcelo Aparicio, Omar Pérez, Pedro Mariani y sus hermanos Karina y Hugo (h.), quienes enhebraron los últimos detalles del pacto que facilitó el regreso a la central obrera después de tres años.
“Después de años de distanciamiento de los dirigentes, logramos una unidad total. Esta CGT no será el apéndice de ningún gobierno”
Moyano se conectó por videollamada cuando finalizó la votación, que se realizó con lista única y con 1808 congresales habilitados para votar. “Después de años de distanciamiento de los dirigentes, logramos una unidad total. Esta CGT no será el apéndice de ningún gobierno”, dijo Moyano por teléfono. Su voz se reproducía de manera robótica por los parlantes de un salón poblado de los máximos referentes del sindicalismo nacional.
Héctor Daer, Carlos Acuña extenderán su mandato hasta 2025 y suman al hijo del jefe camionero en reemplazo de Juan Carlos Schmid, que había renunciado en 2018 por diferencias internas.
Moyano acordó 8 de las 25 secretarias y dos de las diez vocalías. La cosecha se puede interpretar mayor si se cuenta como propios a Sergio Sasia (Unión Ferroviaria) y Guillermo Moser (Luz y Fuerza), que juegan en tándem con el moyanismo. Se confirmó, en tanto, el desplazamiento del sector sindical más alineado al kirchnerismo: el bancario Sergio Palazzo, que pretendía integrar la jefatura, quedará al frente de la secretaria administrativa.
Además, el gremio judicial de Vanesa Siley, la favorita de Cristina Kirchner, no será integrado por ahora a la central obrera. Sí ingresará, aunque a una vocalía, el gremio de docentes privados del Sadop. No lo consiguió el diputado Walter Correa, cercano a Máximo Kirchner.
En el reparto de cargos, el moyanismo se quedó además con la secretaría gremial, a la que irá Mario Manrique, de los mecánicos de Smata. El jefe de la UOM, Antonio Caló, que pretendía integrar el triunvirato, ocupará a la secretaría de Interior, por lo que quedará a cargo de la articulación y normalización de las seccionales provinciales. El gran mentor para bajar las pretensiones del metalúrgico fue Luis Barrionuevo, que logró conservar a Acuña, su delfín, en el mando.
El proceso de reunificación contó con la participación de 238 sindicatos y 1808 congresales con poder de voto, según fuentes cegetistas. “Es una unidad casi plena”, se entusiasmaron los organizadores del congreso sindical. En 2016, cuando también se adoptó una conducción de tres cabezas, se unieron 124 de las 213 organizaciones confederadas. Es decir, quedaron afuera 89 gremios. Muchos de esos ahora regresaron. El conteo final arrojó las siguientes cifras: la lista obtuvo 1617 votos sobre 1652 emitidos.
Se acordó un documento común cuyo título fue “Volver al trabajo como ordenador social”. Se advirtió allí sobre la inflación, el empleo y las intenciones del “neoliberalismo para destruir derechos sociales y laborales”. En uno de los discursos previos, Gerardo Martínez, jefe de la Uocra, pidió “un gobierno de una sola voz, la del Presidente”, en una crítica subterránea al kirchnerismo.