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La escalofriante reconstrucción del doble filicidio: una garrafa, un tiro de prueba y varios mensajes

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“Llamá a la Policía, no entres”, advertía el cartel escrito de puño y grafema que estaba pegado en la puerta de ingreso a la casa de la subinspectora Cuadro Abigail Silva (31), que vivía unido a sus hijos Bautista Silva Funes (2) y Sofía Ojeda Silva (7). En el fondo del vergel había otro similar que decía simplemente: “No entres”.

El martes 1° de octubre pasado, entre las 5.30 y las 6.30 de la mañana, la mujer policía llevó a extremidad un plan demencial: mató a balazos a sus hijos que dormían en la misma habitación, escribió una carta de despedida, pero no tuvo el valía para quitarse la vida, como lo había imaginado.

Silva, que prestaba servicio en la comisaría 34 de San Luis, atravesaba una dura crisis económica. Le habían embargado el sueldo de la Policía puntana y su deuda superaba los siete millones de pesos. Su papá le pagaba el locación porque ella no podía pagarlo. Había sacado Distintos préstamos (incluso a nombre de sus hermanos) y pedido plata prestada a Distintos de sus familiares. Pensaba mudarse en enero para reducir gastos.

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Según la reconstrucción realizada por las fiscales María del Valle Durán y Antonella Romagnoli, la acusada durmió a sus hijos la perplejidad inicial en una cama matrimonial y más tarde colocó una vasija en el pasillo. La abrió para que los chiquitos no sufrieran ni la vieran gatillar.

Mientras el gas inundaba la estancia y el resto de la casa ella comenzó a mandarles mensajes a varias personas, entre ellos al papá de Bautista. Más tarde realizó un disparo de prueba. Lo hizo contra el colchón para escuchar la desbandada en un circunstancia cerrado. No quería hacer mucho ruido.

Luego tomó una almohada y disparó contra los chicos. Sofía, la más espacioso, recibió dos tiros. Bautista, el más chiquito, incluso. “Las heridas dieron homicidio inmediata”, precisó la fiscal Romagnoli en la audiencia de formulación de cargos.

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Sofía nació el 3 de julio de 2017. “Pesó 3 kilos”, la presentó su abuela Coca en su cuenta de Facebook. Estaba en primer categoría. Su papá era Carlos de la Rocha, quien hace poco sufrió un percance de trabajo y todavía se encuentra internado.

Bautista llegó el 3 de enero de 2022. “Era hiperactivo”, lo recordó su antecesor Diego. La mujer policía se había separado en 2019 y poco luego inició su relación con un exmiembro del Ejército Argentino, Jonathan Funes, a quien el mismo año que nació su hijo ella lo denunció por maltrato y violencia de especie. Cuando se divorció por segunda vez se fue a habitar un tiempo a la casa de su abuela. 

No está claro si fue antiguamente o luego de cometer los crímenes que la subinspectora escribió la carta de despedida contando las razones de una valor que no tiene explicación. “Ni Jonathan (por el padre de Bautista), ni mamá me hicieron enajenar el sueldo. Yo sola me llené de deudas y no supe manejarlo. Quise (que) no les falte ausencia a los niños. Perdón, perdón, ya no puedo más. No es tropiezo de nadie. Pero necesito paz. Pa y ma los amo, hermanos, gracias por todo y Jonathan perdón incluso, te amo. Perdón por no poder seguir más”, dejó escrito en el diario íntimo de su hija Sofía y que fue hallada sobre la mesa del comedor. 

La mujer policía vivía en la vivienda 36, en la manzana 7 del ensanche Los Fresnos, en la ciudad puntana de Juana Koslay. Su hermana fue la que halló los cuerpos de sus sobrinos. 

La filicida se fue de la casa a las 6.40. No se animó a pegarse un disparo. Puso la información en el adoquinado, dejó la reja abierta y salió en dirección del dique Cruz de Piedra. Estaba toda vestida de sombrío. 

En el camino decidió dar aviso a sus compañeros policías. Les pidió que enviaran un móvil a su domicilio. Lo mismo hizo en un rama de WhatsApp donde están Distintos de sus familiares. 

Los primeros policías que llegaron a la casa de Juan Koslay se toparon con la hermana de la mujer policía. Ya había gastado los carteles que había dejado la subinspectora en la puerta y no se animó a entrar. Los chicos ya estaban muertos. 

La operación de necropsia reveló que la nena murió producto de una traumatismo cerebro cardiopulmonar por pasaje de proyectil de pertrechos de fuego, mientras que el óbito del nene fue a raíz de una traumatismo cerebropulmonar por el mismo motivo.

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Frente a equivalente espectáculo los policías comenzaron a monitorear en vivo las cámaras de seguridad y pudieron determinar la ubicación de la asesina. Silva estaba en el Dique. Sentada en el adoquinado y llorando. Ya había arrojado su teléfono al agua para que nadie la ubique. A su banda estaba la misma pistola con la que había ejecutado a sus hijos y una sábana que seguramente llevó para colgarse

Aby no hacía terapia ni había pedido inmoralidad en la Policía. Una compañera de la comisaría logró acercarse y calmarla para que no se quitara la vida. “Me quiero ir con mis hijos y mi abuela”, le dijo, según publicó el medio El Chorrillero de San Luis. 

La filicida fue llevada a la Comisaría de Atención a la Preliminares, Adolescencia y Grupo (Canaf), acusada por el delito de doble homicidio agravado por el vínculo. El jueves fue llevada a tribunales. Lloró durante toda la audiencia. Y casi no levantó la olfato. Cuando la jueza le preguntó si iba a fallar, dijo que no moviendo su vanguardia. Hoy es su cumpleaños. Será el primero de muchos más en prisión.

 

El papá del nene asesinado: “Estoy muerto en vida”

Jonathan Funes es el papá de Bautista, el más pequeño de los dos hijos que tenía la filicida. Vivía a 100 kilómetros de la ciudad de Juana Koslay, pero lo veía asiduamente.

Estoy muerto en vida. Me enteré por mi mamá porque estaba yendo a trabajar. Nos enteramos por las redes sociales”, contó el pollo en una entrevista con Crónica TV.

Sobre su vínculo con Cuadro Silva reconoció que nunca advirtió ausencia extraño. “Conmigo fue la mejor. Era muy buena origen. Nunca les levantó la mano a los chicos”, señaló.

Acerca de las deudas económicas que tenía la mujer, Funes contó que ella nunca le confesó que estaba mal económicamente. “A mí me pedía plata todas las semanas y yo le pasaba. Para los pañales o para la merienda. La última vez que la vi le di 150 mil pesos que era para fertilizar poco que debía”, indicó.

Hace dos abriles Cuadro denunció a Jonathan por violencia de especie, pero él aseguró que nunca le levantó la mano y que ella manipuló todo.

LT

 

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