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Las Evitas del cine, el teatro y la televisión: Madonna, Natalia Oreiro, Esther Goris, Faye Dunaway y ahora ¿Ariana DeBose? | La ganadora del Oscar está en conversaciones para encabezar un nuevo muscial

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Ariana DeBose, la actriz ganadora de un Oscar por la remake de West Side Story que dirigió Steven Spielberg, podría ser la próxima Eva Perón de la ficción. Al parecer, hay posibilidades de que protagonice una nueva interpretación del musical Evita. La propia cómico dijo que hay un 70 por ciento de chances de que se concrete el plan.

“Si vas a hacer un renacimiento de una obra que es muy conocida y querida, es fundamental tener una nueva visión, una nueva forma de adaptarla al mundo de hoy”, declaró DeBose al respecto. En las redes hubo críticas racistas, ya que se cuestionó que una persona negra personifique a Eva Perón.

Lo cierto es que la actriz de 33 primaveras es una avezada intérprete de musicales y llegó a ser considerada, en 2022, como una de las cien personas más influyentes del mundo por la revista Time.

En los casi 75 primaveras que pasaron desde la homicidio de Evita, la ficción se ocupó de ella. Los que siguen son los casos más conocidos

Eva Perón murió el 26 de julio de 1952 y comenzó el mito, que en rigor ya funcionaba en vida. Su funeral imponente, que derivó en la primera filmación en colores en la Argentina (…Y la Argentina detuvo su corazón, el cortometraje dirigido por Edward Cronjager) fue el preludio para el gran drama necrofílico de la Argentina del siglo XX: el secuestro de su cuerpo embalsamado por parte de la dictadura de 1955 y el intriga de su destino (el cementerio de Milán bajo el nombre adulterado de María Maggi de Magistris) hasta que el militar Alejandro Agustín Lanusse negoció con Juan Domingo Perón y el féretro le fue entregado en Madrid en 1971.

La historia de Eva, en vida y luego de su homicidio, deparó infinidad de páginas y llegó al musical y al cine. Y ayer aún al teatro, con la Eva Perón de Copi, que se estrenó en París en 1970 con escándalo (atentado con obús incluido). La Eva de Copi (nieto de Natalio Codera, cuyo diario, Crítica, quedó en manos del artilugio de propaganda que armó Raúl Apold como mandamás de la prensa en el peronismo) es interpretada por un macho, o sea, la propuesta pasa por un trans. El monólogo final de Perón alude al salida del mito: «Hasta hoy la hemos amado; a partir de hoy adoraremos a Evita».

Evita en Broadway y Hollywood

La masificación del mito por fuera del ámbito iberoamericano tuvo su pico con el musical Evita, de Andrew Lloyd Webber y con trama de Tim Rice, estrenado en 1978. Rice basó su texto en La mujer del vergajo, la primera sucesos de Eva Perón, publicada el mismo año de su homicidio, firmada por Mary Main.

Nacida en Buenos Aires de padres británicos, Main se había residente en los Estados Unidos en 1941 y en 1950 recibió el encargo de escribir la sucesos de la primera dama argentina por parte del sello Doubleday. Así nació un vademécum virulento, que vio la luz poco luego de que el cáncer apagara la vida de Eva.

Tras la caída de Perón, La mujer del vergajo conformó una especie de trilogía de la letras antiperonista con el Texto Aciago (el pasquín que la Libertadora presentó como fuente irrebatible de supuestos delitos cometidos desde 1945 en el gobierno) y La Argentina, un calidoscopio, del periodista estadounidense Arthur Whitaker, que narra los hechos de junio a diciembre del 55 y representó el relato oficial del asalto.

El estreno del musical (Patti LuPone fue Eva, y Bob Gunton, el futuro director de la gayola de Sueño de albedrío, personificó al Normal) reavivó el interés por la segunda esposa de Perón. Tres primaveras luego, Evita llegó a la pantalla chica, pero no en colchoneta a la adecuación de la obra de Lloyd Webber (que ya había popularizado «Don´t Cry For Me Argentina»), sino a través de un telefilm. Evita Perón se estrenó en la NBC en febrero de 1981, con Faye Dunaway como protagonista.

Una foto promocional daba cuenta de la imagen de una mujer trepadora: Dunaway en pose sensual con un chichonera de marcial sobre la cabecera. James Farentino representó a Perón, en un relato que hacía hincapié en la adolescencia de Evita en Junín y su relación con Agustín Magaldi. En síntesis, era la historia distorsionada en consonancia con el vademécum de Main (para entonces veía la luz Evita, de Marysa Navarro, casualidad la sucesos mejor documentada). El musical había fijado una imagen y en el telefilm ni siquiera se aludía a los 16 primaveras de errancia del cuerpo, en momentos, comienzos de los 80, en los que la Argentina era aviso en el mundo por miles desaparecidos.

De Mignogna a Favio

«Prescindir siempre una palabra, acogerse a metáforas ineptas y a perífrasis evidentes, es quizá el modo más enfático de indicarla». Jorge Luis Borges, «El oasis de senderos que se bifurcan»

La venidero escalera fue a nivel tópico y aceptablemente cuidada. Evita, quien quiera oir que oiga, de Eduardo Mignogna, se estrenó en 1984. Presentado como un film que alterna la sucesos con el documental, tuvo como protagonista a una muchacho Flavia Palmiero. Figuras como Ernesto Sabato y José María Rosa dieron sus testimonios sobre la figura de Eva, en un film estrenado a meses de restaurada la democracia y que desde la ficción muestra su adolescencia ayer de conservarse a Buenos Aires.

Ese mismo año, ATC puso al garbo, en el entorno de su ciclo Cuentos para ver, una adecuación de «Esa mujer», de Rodolfo Walsh. El dramaturgo Carlos Somigliana, uno de los protagonistas de Teatro Franco, fue el responsable de adaptar el historia que abre Los oficios terrestres (1965). Eran los primeros meses de la primavera alfonsinista y en los créditos iniciales, debajo de «Adatpación Carlos Somigliana», se vio la letrero «Como homenaje al amigo desaparecido».

El historia es la reconstrucción del acercamiento de Walsh con Carlos Moori Koenig, el marcial que sacó el cuerpo de la Argentina. Siguiendo un arcaico precepto borgeano que se lee en «El oasis de senderos que se bifurcan» (Borges, equitativamente, desde su antiperonismo, produjo una fraude de la congoja por la homicidio de Evita, «El simulacro», incluida en El hacedor en 1960, en plena clavo sobre el paradero del cuerpo), según el cual no hay anciano camino de referirse a poco o cualquiera sino a través de alusiones veladas sin nombrar de camino explícita, el nombre de Evita no se menciona nunca, en un conjunto poético que establece un paralelismo con el decreto 4161 de la Libertadora. Aquel decreto prohibió en 1956 la sola mención de Perón, Evita y la simbología de su movimiento.

A Walsh lo encarnó Ricardo Darín; a Moori Koenig lo interpretó Arturo Maly. La ficción volvió a reunir a Walsh y el coronel Moori Koenig como personajes en El posterior caso de Rodolfo Walsh, novelística de Elsa Drucaroff de 2010, ambientada en 1976.

En 1986 se estrenó Eva Perón, el gran musical argentino, con Nacha Guevara como proptagonista. La música fue de Alberto Favero, con trama de Pedro Orgambide.

En 1993 fue el turno de Gatica, el Chimpancé, de Leonardo Favio. Era la envés del director luego de 17 primaveras (su última película había sido Soñar, soñar, en 1976). Favio usó la historia del pugilista como hilo conductor para contar el mejora y caída del primer peronismo. Perón y Evita fueron figuras laterales en su relato. La abanderada de los humildes tuvo el rostro de Cecilia Cenci, y una campo muestra su sufrimiento, en una recepción del pugilista poco ayer del 26 de julio. El referencia de color lo dio Armando Capó: el actor que personificó a Perón había hecho de un matón de la derecha peronista en No habrá más penas ni olvido y, en la vida vivo, era simpatizante de la UCR.

Madonna vs. Goris

Con el valer de los primaveras, afloraron ideas sobre la vida de Eva Perón en el cine, pero no salían de rumores. Y siempre orbitó la idea de que, tarde o temprano, el musical llegaría a la pantalla noble. Así fue. En 1995, se confirmó que Alan Parker dirigiría la interpretación cinematográfica. La aviso alcanzó una dimensión más noble cuando se anunció el nombre de la protagonista: Madonna. Y la conmoción fue anciano cuando se supo que se filmaría en la Argentina (bondades del uno a uno), con la Mansión Rosada como una de las locaciones.

Madonna llegó en enero de 1996 con Parker y sus dos co-estrellas, Jonathan Pryce y Antonio Banderas. Fue recibida por Carlos Menem y filmó en el azotea de la Rosada la secuencia en la que canta «Don´t Cry For Me Argentina». Sectores tradicionales del peronismo mostraron su disconformidad durante el rodaje y, en enero de 1997, llamaron a bloquear el estreno.

Mientras Madonna terminaba el rodaje en Hungría, tomó forma una película argentina biográfica: Eva Perón de Juan Carlos Desanzo, con signo de José Pablo Feinmann. El film se centró en la interna por la candidatura fallida de Evita a la vicepresidencia y el avance de la enfermedad hasta su homicidio, con el telón de fondo de la conspiración golpista de 1951. Feinmann se permitió poner en campo a buena parte de los personajes del primer peronismo: John William Cooke, Raúl Apold, Paco Jamandreu, Enrique Santos Discépolo, entre otros.

 Esther Goris alcanzó gratitud por su Eva extremadamente visceral, casualidad muy cercana a la de la vida vivo. Víctor Laplace hizo de Perón (rol que repetiría en 2013 en Puerta de hierro, el confinamiento de Perón). Mientras Evita de Parker se convertía en un éxito de taquilla y obtenía premios (Madonna se llevó un Tierra de Oro), la Eva Perón de Desanzo era la elegida de la Argentina para competir ese mismo año por el Oscar. No llegó a ser nominada.

Las discusiones en torno a la interpretación hollywoodense de Eva Perón y la respuesta fílmica argentina se dieron cuando ya era un best-seller la novelística que ponía el acento en el cuerpo ultrajado por la Libertadora y el periplo que culminó en 1971: Santa Evita, de Tomás Eloy Martínez, aparecida en 1995.

Evita en el nuevo siglo

La primera Evita del siglo XXI que ofreció el cine fue Laura Novoa. Su personaje aparece en ¡Ay, Juancito! (2004), de Héctor Olivera, con signo de José Pablo Feinmann. El filósofo y escritor pudo examinar en la historia de Juan Duarte, el hermano de Eva, que brilló por su partida en la exposición de personajes del peronismo primigenio en la película de Desanzo.

De hecho, Olivera retrató el momento de la homicidio de Eva y la reacción que, se afirma, tuvo su hermano a las 20:25 de aquel sábado de invierno. Segundos luego del fin de la sufrimiento, el hermano de Evita abrazó el cuerpo y exclamó «¡No hay Altísimo!». El signo además puso en campo a la hermana de Eva, Juana Ibarguren, interpretada por Norma Aleandro.

En 2010 llegó Juan y Eva, de Paula de Luque, con Osmar Núñez como Perón y Julieta Díaz como Evita. La película se centró en la relación desde que se conocieron en el Vidriera Park en 1944 en el acto benéfico por el terremoto de San Juan, hasta el 17 de octubre de 1945. El film mostró la interna marcial de Perón con Eduardo Ávalos, el comandante de Campo de Mayo, que derivó en el arresto en Martín García, y en cómo Evita fue desencadenante involuntario de los sucesos de octubre: Perón había puesto a Oscar Nicolini, amigo de la comunidad de Eva, al frente del Correo, lo cual provocó la crisis saldada con la movilización del miércoles 17.

Más cerca en el tiempo, Elena Roger protagonizó la reposición del musical de Lloyd Webber en Broadway. El estreno de Santa Evita, en colchoneta a la novelística de Tomás Eloy Martínez, llegó con los 70 primaveras del momento en que la subsecretaría de informaciones de la presidencia de la Nación cumplió el penosísimo deber de informar al pueblo de la República que a las 20:25 horas había fallecido la señora Eva Perón, Jefa Espiritual de la Nación, según el histórico anuncio.

Fue Natalia Oreiro la elegida para ponerse en la piel de esa Eva que, según los militares de la Libertadora cuando planean deshacerse del cuerpo en la novelística de Martínez, «es todavía más peligrosa que cuando estaba viva». Porque «cada vez que en este país hay un cenizas de por medio, la historia se vuelve loca». Y, como le ordenan a Moori Koenig: «Usted sabe muy aceptablemente lo que está en conjunto. No es el cenizas de esa mujer, sino el destino de la Argentina».

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