martes, febrero 11, 2025
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El aprendizaje infinito y las pedagogías de los bordes

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El educación infinito es una exposición organizada por el Museo de Arte Flamante de la Ciudad de Buenos Aires, como parte de su software anual “Arte es educación”. La exposición con curaduría de Jimena Ferreiro y colaboración de Alfredo Aracil da superficie a una reunión de proyectos desarrollados por diferentes instituciones que comparten sus búsquedas artísticas y educativas en el museo. Lo hace desde una perspectiva de la construcción social, superando el academicismo duro, colocando en el centro los proyectos pedagógicos más disruptivos y emergentes.

El montaje incorpora soportes utilizados en las instituciones educativas, como ganchos de palomilla, clips, la felpudo redonda en el suelo, la ronda como dispositivo de disputa y educación. La estilo de poner en diálogo los principios de archivo dan cuenta no solo de la historia de los proyectos sino de su relación con producciones actuales. En el espacio de admisión, una obra de Claudia del Río propone la administración colectiva de la palabra y la imagen a partir de consignas escritas sobre una horma pintada de enojado, que entonces se vuelve pizarrón. Frente a la horma se encuentra “Relación de dependencia”, una obra de Andrés Aizicovich, donde se establece el movimiento de una bici unida a un sistema para hacer piezas de alfarería. Ambas propuestas iniciales hacen de síntesis, preparación y culminación de un camino circular que invita a que diferentes artistas, docentes e instituciones compartan sus proyectos artísticos y pedagógicos. La muestra dividida en dos salas ofrece el disputa con propuestas de la nueva pedagogía, la nueva escuela, la educación por el arte, las pedagogías disidentes y queer. Todavía proyectos que atienden situaciones de vulnerabilidad social y de formación artística para usuarios del sistema de salubridad. El sensación visual que producen los objetos expuestos se da en paralelo con el descubrimiento de cada tesina educativo, sus contextos y sus derivas. La osadía por parte de El Flamante de admitir delante este tesina, produce un ganancia mutuo entre epistemologías y prácticas, a la vez que construye un hacer en popular.
Indagando en las relaciones entre arte y educación, estas experiencias impulsadas por artistas, educadores, pedagogas pioneras y proyectos de democratización del conocer, las instituciones y sus márgenes, evidencian una raíz popular: lo igualitario, práctico y transformador. En este tejido de proyectos y archivos, el arte se revela como un catalizador de vínculos profundos. Cada obra, cada archivo, es un hilo que se suma a una trama colectiva, tejiendo un tapiz de experiencias compartidas que transforman, destacando el poder de la imagen, del proceso colaborativo y su impacto social. En estas obras, la producción artística se convierte en un acto de billete, una invitación a construir juntos un mundo más ajustado y equitativo.
Destacando la importancia de la audición y la empatía, en el corazón de la iniciativa de cada institución que forma parte de la muestra, late el pulso de procesos de enseñanza y educación. Como ecos en un bosque de conceptos y asociaciones, estas prácticas pedagógicas polifónicas nos invitan a sintonizar con las voces de otros y otras, a construir puentes de mediación y a cultivar una conversación auténtica entre las experiencias pedagógicas de estos territorios y contextos diversos. Haciendo hincapié en el arte como aparejo de transformación social, un vínculo no siempre analizado al proponer propuestas educativas, nos conectan con la profundidad identitaria de cada institución y de las personas que las componen. En el reconvención se manifiestan distintas iniciativas portadoras de la potencia transformadora de los bordes. Al redefinir las relaciones, estas prácticas aportan marcas que habilitan reflexiones en capas y ofrecen complejidad de sentidos. ¿Podemos cambiar los modos rutinarios de la educación formal desde las prácticas artísticas? ¿Es fortuna posible enseñar a ser actor? ¿Es factible poner el cuerpo y los afectos en el centro de la enseñanza? María Marta Yeraide propone departir de pedagogías como un aire discursivo afectado/afectante: “nos moviliza a caminar además el espinilla de la inmanencia, a revolcarnos en el ámbito menos legitimado de las emociones y dejarnos afectar mientras invitamos a otros a que se afecten”. En la misma hilera, “El educación infinito” entrama diferentes géneros, lenguajes, registros y lo hace poniendo en relieve lo colectivo.
El arte y la educación se encuentran unidos en un tejido intrincado, hilos invisibles que se entrelazan para tejer la trama de nuestra civilización. En este disputa el conocimiento, la experiencia y la creación establecen posicionamientos. En su cambio, arte y educación desafían los cánones establecidos y abren espacios para que nuevas relaciones de conocimiento acontezcan. Desorden Sola Pizarro propone socializar la experiencia, entendiendo que los afectos fluyen “como la fuerza de los árboles y crean redes que no vemos”. Las políticas del afecto ponen en distracción las emociones y establecen el desafío de conocer hacerlas remuzar. Y aquí tanto la circulación como la circularidad encuentran su espacio. Es esa relación de afectos, que despliega y visibiliza no sólo las identidades de estilo colectiva y no jerarquizada sino que, poniéndolas en tránsito y en reiteración, habilita otras formas de ejecutar, otras formas de hacer, explorando y favoreciendo nuevas dinámicas de mediación para y con el cuerpo. Ejemplo de lo colectivo y lo no-jerárquico es la propuesta del colectivo Cromoactivismo. En ella se observa el trabajo acerca de la principios “no imparcial” del color. El color no es inocente (mural de Cromoactivismo realizado por Flota De Caro, Guillermina Mongan, Trofeo Musotto, y Daiana Rose) devela metáforas poéticas y políticas de la relación entre color e identidad: carteles coloridos que, pintados a mano, despliegan frases como “Verde malogro”, “Cobrizo de cada provincia argentina”, “Rojo furia travesti” y “Plomizo plomo nunca más”. Por otro banda, la actor De Caro con su propuesta reflexiona sobre la idea de escuelas abiertas y transportables. Conmueve con sus espacios accesibles y móviles que promueven el educación desde la complejidad. Su trabajo dialoga inevitablemente con el Instituto Vocacional de Arte (Labardén), que ofrece sus rondas, sus archivos y producciones, trayendo al presente su trayectoria en Educación por el Arte y poniéndolo a circular con las otras comunidades inscriptas en el tesina. El Bachillerato Mocha Celis, primer bachillerato oficial dirigido a la comunidad artística trans y no binaria del mundo, además se hace presente en el reconvención. Su mural fue intervenido por estudiantes del bachillerato y narra en formato de cómic la historia de “la Mocha Celis». Luego de ser vandalizado en dos oportunidades y vuelto a pintar por sus protagonistas, pasó a formar parte del museo. “El arte ha de ser el espacio donde la imaginación poética y política nos señale otros paradigmas y otros horizontes”, describe Manuel Olveira. Propone reflexionar acerca de artistas aprendiendo a ser artistas, públicos aprendiendo a ser públicos, museo aprendiendo a ser museo, pensando la relación entre el arte, la educación y el educación desde un condado de actividad y de transformación. Esto postrer se vuelve provocación en la muestra que describimos donde se comparten tramos de trayectos, retazos de narrativas institucionales, en los que se encuentran la peculiaridad de sus perspectivas, la diferencia en la que colocan el educación, la singularidad de cada contexto. Es Comentar, la propia experiencia de billete en el mundo. Poco que sucede en el Museo Flamante al encontrarnos con esas intimidades. Nos colocan en conversación con nuestras propias historias, con nuestros itinerarios por las instituciones de formación, con aquellos escritorios que supieron sostener los cuadernos, los bártulos, los colores con punta recién sacada. “No se Maneja de indagar sobre los relatos sino indagar con los relatos, conectar experiencias propias y ajenas para compartir la movilización o capacidad performática que un texto suscita” como acertadamente propone Denzin. El circuito ofrecido por El Flamante establece viajes nómades y en cada una de las estaciones de la muestra nos descubrimos conversando con esas infancias, adolescencias y adulteces. Ellas traen consigo metáforas que trasladan y espesan extensiones completas de su existencia, en un plano retrospectivo con los paisajes que habitaron pero que hoy, siguen en movimiento y transformación más allá del recortadura en el que se presentan. El nómade recrea el propio hogar en otro sitio y todos los sitios convocados aquí contribuyen a la construcción de una “nostredad”, como dice Marlene Wayar. “Es una nueva subjetividad que despierta a una conciencia social y nos permite la empatía mutua. Una teoría que se construye desde la disidencia, que propone reinventar una ética (política) y una estética, que ya no da por sentadas algunas premisas”. Esa invitación a un reconvención, a lo íntimo, a la conversación y a construir conocimiento se hace desplegable a cada una y cada uno. Habrá que poner el cuerpo. Habrá que volverse educación. Habrá que devenir infinito en este presente.

* Docente, Investigador, Director de Artes Escénicas
Museo Flamante “El educación infinito” / Hasta Marzo de 2025
Artistas: Diana Aisenberg, Andrés Aizicovich, Bachillerato Mocha Celis, Ernesto Ballesteros, MUNDIARTE / Bienal Internacional de Arte Pueril y Alegre de Avellaneda, Norah Borges, Campamento Primoroso Curatorial, Centro Educativo Isauro Arancibia, Olga y Leticia Cossettini, Cromoactivismo, Flota De Caro, Claudia del Río, Mirtha Dermisache y las Jornadas del Color y la Forma, Lucas Di Pascuale, Tomás Pesadumbre, Leonel Fernández Pinola, Taller de plástica del Frente de Artistas del Baranda, Silvia Gurfein, Graciela Gutiérrez Marx, Hecho en Buenos Aires, Federico Jorge Klemm, Guillermo Kuitca, Nicolás Martella y Manuel A. Fernández, Diego Melero, Rosario Orilla Peñaloza, Emilio Pettoruti, Amalia Pica, Esquema Secundario Liliana Maresca, Emilio Renart, Revista Ramona, Marcela Sinclair, Eduardo Stupía, Marta Traba y Edgardo Antonio Vigo, Instituto Vocacional de Arte de la Dirección Militar de Enseñanza Artística.
Curaduría: Jimena Ferreiro con la colaboración de Alfredo Aracil
Diseño museográfico: Iván Rösler
Producción: Julieta Potenze

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