Los bombardeos israelíes de este domingo en Gaza dejaron al menos 42 palestinos muertos, entre ellos numerosos menores de edad. Es la cifra más alta de víctimas en un día desde el inicio de la escalada militar, que ya causó la muerte de 192 palestinos, entre ellos 55 niños, y más de 1200 heridos, según el último balance palestino.
«Este insensato ciclo de derrame de sangre, de terror, de destrucción, debe cesar inmediatamente«, declaró el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, al abrir una sesión de urgencia del Consejo de Seguridad. Afirmó temer que la violencia «desate una incontrolable crisis» en la región.
En un breve comunicado, la aviación israelí informó que sus «aviones de caza» estaban bombardeando «objetivos terroristas» en Gaza.
Según varios diplomáticos entrevistados por la AFP, Estados Unidos se negó, de nuevo este domingo, a emitir una declaración conjunta que permita lograr rápidamente el cese de los enfrentamientos.
Antony Blinken, jefe de la diplomacia estadounidense, multiplicó las conversaciones con sus pares de Catar, Egipto y Arabia Saudita, para tratar de hacer cesar la violencia, según el departamento de Estado.
Ataque en Jerusalén Este
Entre los 42 palestinos fallecidos se encuentran ocho niños y dos médicos, que murieron en bombardeos israelíes en el enclave. Allí viven dos millones de personas bajo bloqueo israelí desde hace 15 años, según el ministerio de Salud local.
En Israel, 10 personas perdieron la vida, entre ellos un niño y un soldado, y hay 282 heridos, por los disparos de cohetes palestinos.
Los grupos armados palestinos, entre ellos Hamás -en el poder en Gaza-, lanzaron más de 3.100 cohetes contra Israel, según el ejército hebreo, que precisó que la mayoría fueron interceptados.
«La intensidad de este conflicto, es algo que nunca habíamos visto«, se alarmó Robert Mardini, director general de la Cruz Roja.
En Jerusalén, que no se había visto demasiado afectado hasta ahora, un vehículo embistió al caer la tarde a soldados israelíes que patrullaban el barrio de Sheij Jarrah, en Jerusalén Este. El ataque causó varios heridos