«No puede haber un derecho detrás de cada necesidad». La provocadora afirmación formó parte del discurso del vicepresidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz, en la inauguración del año académico de la Escuela de Pregrado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, donde fue a hablar especialmente sobre «Justicia, Derecho y Populismo».
Fue una expresión a la que apeló para definir al populismo y describir su relación con el derecho, y que usó como forma de descalificar la famosa frase de Eva Perón: «Donde hay una necesidad nace un derecho».
Toda la exposición del juez amigo del operador macrista fugado Fabián «Pepín» Rodríguez Simón, consistió en una negación de las desigualdades, la exaltación del individualismo y la exhibición de una preocupación por el «costo» de las transformaciones y de «cada derecho». El pensamiento del supremo no es novedoso pero este sinceramiento llega en un momento particular, cuando uno de los grandes puntos de tensión en plena debacle económica es la distribución de la riqueza.
Rosenkrantz habló en Chile, la semana pasada, como vicepresidente de una Corte Suprema cuya mayoría «amarilla» –él mismo integra– que hoy se encuentra alineada con la oposición pero que curiosamente tiene dos miembros que se reconocen como peronistas, Horacio Rosatti, presidente supremo, y Juan Carlos Maqueda.
Ricardo Lorenzetti, quien muestra algunas discrepancias con el trío, también tuvo su paso por el peronismo. El discurso del supremo, designado por Mauricio Macri, amagó en un comienzo con la hipótesis de que puede haber populismos «de izquierda o de derecha», pero quedó claro que en su propia concepción lo equiparaba con el peronismo, con cierto desprecio, y llegó a decir que puede ser, en una hipótesis, «un problema» para la democracia.
La referencia se advierte en este pasaje: «El populismo es relativamente insensible a la cuestión del costo que involucran las reformas que proponen, porque la urgencia del cambio solo es posible cuando los costos del cambio no se hacen explícitos o no se identifica con precisión quienes son los que pagarán dichos costos; la insensibilidad al costo se sintetiza de modo patente en una afirmación muy insistente en mi país que yo veo como un síntoma innegable de fe populista según la cual detrás de cada necesidad siempre debe haber un derecho».
Después completó la idea con el concepto de que si bien es deseable un mundo «en que todas las necesidades son todas satisfechas es deseado por todos pero ese mundo no existe porque nos encontramos en situación de escasez. No puede haber un derecho detrás de cada necesidad sencillamente porque no hay suficientes recursos para satisfacer todas las necesidades», leyó de un escrito.
«En las proclamas populistas hay siempre un olvido sistemático de que detrás de cada derecho hay un costo», insistió. Repitió cuanto pudo la palabra «costo». Quedó claro su deseo de mantener el statu quo, con eso las inequidades y su cuestionamiento a los cambios empujados en luchas colectivas.