La fiscal del caso, Verónica Peréz, comprobó que una llave que tenía Anahí Benítez, y usaba de colgante desde hacía unos meses, era de la casa de Marcelo Bazán, uno de los dos detenidos por el crimen de la adolescente, cuyo cuerpo apareció enterrado en la Reserva Santa Catalina. Además, hallaron rastros en la sangre de la menor de sulfato de naftaleno, un producto para las paredes que sirve para ahuyentar insectos.
Un quinto allanamiento de la vivienda complica aún más la situación del primer sospechoso por el crimen. Juan, el primo de Anahí, confirmó a C5N que la menor usaba la llave colgada con una cadenita y que había sido aportada por la mamá de la adolescente hace unas semanas.
Además, secuestraron pastillas de naftalina, porque las pericias médicas hallaron restos de la sustancia en el torrente sanguíneo de la víctima. Se cree que la joven permaneció cautiva en un lugar donde las paredes se encontraban recubiertas por un producto contra insectos que contenía ese químico.
