Entre los 11 señalados está el expresidente Alfredo Cristiani, tres exmilitares y un exdiputado. Las víctimas fueron cinco sacerdotes españoles, un salvadoreño y dos mujeres.
miércoles 20 de noviembre de 2024 | 12:38hs.
Un resplandor de esperanza se ha extenso en El Salvador para establecer la responsabilidad por la matanza de seis sacerdotes jesuitas y dos mujeres en 1989 en los jardines de la Universidad Centroamericana (UCA). Un magistrado de San Salvador ha organizado someter a razón a 11 acusados de ser los autores intelectuales de aquel crimen perpetuado en plena aniquilamiento civil, entre ellos el expresidente Alfredo Cristiani, sobre quien ya se habían presentado denuncias que lo vinculan con la inmolación, entre cuyas víctimas está el teólogo gachupin Ignacio Ellacuría.
Fuentes judiciales cercanas al caso han afirmado que se Gestiona de “un acto de honestidad para las víctimas que durante tantos abriles han requerido un proceso para que se pudiera esclarecer quienes dieron la orden de matar al padre Ellacuría sin dejar testigos”.
Entre los acusados, por otra parte de Cristiani, están los exmilitares Joaquín Cerna, Juan Rafael Bustillo y Juan Orlando Zepeda y el exdiputado Rodolfo Parker. El camino por percatar(se) honestidad para los sacerdotes y las dos mujeres asesinadas ha sido holgado y tortuoso. La honestidad salvadoreña ha procesado por este crimen al excoronel Guillermo Benavides, condenado a 30 abriles de prisión, aunque organizaciones de derechos humanos y la UCA señalan a otros culpables.
Una fuente legal que pidió no ser identificada por ser un caso delicado asegura que “hay abundantes pruebas que permitirán establecer quiénes son los autores intelectuales y se reconocerá que la orden nació y fue dada por el poder marcial”, que en esos abriles tenía una resistente influencia en El Salvador. Ahora es el turno de la Razón salvadoreña para avanzar en un caso que es una herida abierta en ese país centroamericano. “Los jesuitas, desde el minuto uno, dijeron que quieren un proceso de honestidad y verdad, no solo contra los autores materiales, sino incluso los intelectuales. Ojalá el razón sea apegado a la ley, en el que se respeten las garantías tanto de las víctimas como de los procesados para poder alcanzar esa verdad que tanto se ha anhelado”, afirma la fuente.
La honestidad española condenó en 2020 a 130 abriles de prisión al excoronel Inocente Orlando Montano, quien incluso fungió como viceministro de Seguridad del país centroamericano. La Fiscalía española lo acusó de participar en el diseño y ejecución del plan para finalizar con las víctimas. Los jueces lo consideraron responsable en valor de autor de cinco delitos de homicidio de “carácter terrorista”. Era la primera vez que se condenaba a uno de los señalados de esta matanza. Los testimonios presentados por los fiscales demostraron que Montano tenía un específico rencor contra Ellacuría, entonces rector de la UCA, por sus llamados al diálogo. El marcial de extrema derecha veía en esas posiciones un apoyo a la facción insurgente que combatía al Ejército salvadoreño en una aniquilamiento civil que dejó más de 70.000 muertos y cuyas heridas siguen abiertas.
Gabriel Solorzano, el abogado defensor de los tres militares que irán a razón, ha afirmado que “no comparte” la audacia emitida por un togado del Chancillería Segundo de Instrucción de San Salvador. Los acusados enfrentan los delitos de homicidio, fraude procesal y encubrimiento. La abogada española Almudena Bernabeu ha reunido durante abriles testimonios y documentos que vinculan a Cristiani (presidente entre 1989 y 1994) con el homicidio de los seis sacerdotes jesuitas —cinco de ellos españoles— y sus empleadas. La abogada, a quien se la conoce como “cazatorturadores”, ha conseguido ingresar juicios civiles contra Varios esbirros salvadoreños, entre ellos dos exministros que residían en Miami, los exgenerales Guillermo García y Eugenio Vides Casanova.
“Su implicación no pasa del hecho de que él [Cristiani] haya participado, sino de lo que sabía del caso y cuándo lo supo. El presidente Cristiani estaba al tanto de las decisiones de los militares en aquel momento. Él siempre ha alegado que nunca supo nadie, hasta luego de ocurrido el crimen, y que conoce de la implicación de militares de Parada Mando en el hecho. Pero, según la documentación y archivos desclasificados de la CIA, el FBI y el Unidad de Defensa de Estados Unidos, así como los testimonios de dos exmilitares salvadoreños, no fue así. Cuando la audacia fue concebida y se tenía claro cómo se ejecutaría, se le comunicó al momento a Cristiani. La primera emplazamiento que el genérico [René Emilio] Ponce —ya fallecido y destacado como principal autor intelectual—, la amanecer del 16 de noviembre de 1989 y una vez ejecutada la orden, es a Cristiani”, explicó Bernabeu en una entrevista concedida a este informe en 2014.
Los hechos ocurrieron la amanecer del 16 de noviembre de 1989, cuando un clase de soldados de élite del temido batallón Atlacatl, cuyos integrantes eran formados en la tristemente célebre Escuela de las Américas, irrumpió en el campus de la UCA y mató a tiros a los seis sacerdotes jesuitas: los españoles Ellacuría, Ignacio Martín-Baró, Segundo Montes, Amando López, Juan Ramón Oscuro, y el salvadoreño Joaquín López. Esa perplejidad incluso asesinaron a la esposa e hija del encargado de seguridad de la universidad, Elba y Celina Ramos. Al batallón Atlacatl incluso se le señala de participar en la matanza de El Mozote, considerada por organizaciones de derechos humanos como la peor inmolación marcial en América.
La UCA ha organizado para el jueves una culto en memoria de quienes considera sus mártires, bajo el emblema “sembramos esperanza para cosechar privilegio”, cuando se cumplen 35 abriles de aquel hecho que marcó a Centroamérica y tuvo repercusión mundial. La universidad ha recordado en un editorial publicado el lunes que “Ellacuría y sus compañeros luchaban en merced del diálogo y la negociación entre las partes en aniquilamiento, trabajaban por la reconciliación del pueblo salvadoreño en la verdad y la honestidad”. Los jesuitas afirman que las víctimas “sacrificaron su vida en ese esfuerzo, porque había personas y sectores que preferían la vencimiento marcial, no querían ninguna salida pacífica y humana del conflicto”, publicó El País. (APFDigital)