La celulitis es una alteración en la microcirculación que produce el cúmulo de tejido adiposo en determinadas zonas del cuerpo.
Hay múltiples factores que inciden en la aparición de la celulitis. Los más comunes son los hormonales, los congénitos, los alimentarios, el sedentarismo, el tabaco, el alcohol, el nerviosismo, el cansancio, la ansiedad y el estrés.
La celulitis no se cura, pero puede prevenirse, combatirse y frenar su evolución
Las localizaciones más frecuentes son las caderas, las piernas, la cola y los muslos, aunque también puede aparecer en la cara interna de las rodillas y los brazos.
Tipos de celulitis
En primer lugar, está la dura o compacta, que se encuentra en chicas de buen físico, generalmente deportistas o bailarinas, cuyos tejidos son firmes, tonificados y sin edemas.
En segundo lugar, está la celulitis flácida, típica de personas sedentarias o que alguna vez fueron activas y ya no lo son. También se presenta en mujeres con cambios bruscos de peso.
Por último, la edematosa es aquella que se localiza principalmente en los miembros inferiores.
Combatir las celulitis
Si bien la celulitis no se cura, la buena noticia es que puede prevenirse, combatirse y frenar su evolución.
Para eso, es necesario respetar una alimentación saludable y realizar ejercicio físico.
Tratamientos
Además, existen tratamientos no invasivos (aprobados por la ANMAT) que ayudan a mejorar su apariencia en menos tiempo.
Se realizan en consultorios médicos y la clave para notar resultados es consultar previamente con un especialista.
Entre los más efectivos está el Legacy, que combina radiofrecuencia multipolar y pulsos magnéticos para modelar y tensar el abdomen, las piernas y la cola.
En seis sesiones, mejora el contorno y la calidad de la piel.
Otro es el Velashape III, el tratamiento corporal más demandado en nuestro país. En tres sesiones reduce la flacidez y los depósitos de grasa localizada.
Su secreto es la combinación de luz infrarroja, radiofrecuencia y manipulación mecánica del tejido, mediante la absorción por impulsos.
El aplicador va succionando la piel para acercarla a la luz infrarroja que infunde calor. Una vez que la piel alcanza la temperatura correcta, entra en acción la radiofrecuencia bipolar, que calienta el tejido a mayor profundidad y ataca los depósitos de grasa.
Los efectos son visibles desde la primera sesión.