Cómo mantener vigente el pensamiento de la «Comunidad Organizada» en los tiempos que corren
En conmemoración de los 70 años del Congreso de Filosofía de 1949, este lunes se llevará a cabo en la Universidad Nacional de Lomas de Zamora una conferencia en la que se debatirá la obra más importante de Juan Domingo Perón: La Comunidad Organizada. En este marco, dos jóvenes referentes del pensamiento nacional actual, Iciar Recalde y Andrés Berazategui hablaron en exclusiva con La Tercera.
El evento se desarrollará en la Facultad de Derecho, ubicada en Av. Juan XXIII y Camino de Cintura, a las 17, en la conferencia habrá disertaciones de importantes figuras intelectuales, incluyendo al filósofo Aleksandr Dugin, hombre próximo al presidente ruso, Vladimir Putin.
La Tercera entrevistó a la licenciada Iciar Recalde y el licenciado Andrés Berazategui, quienes desarrollaron su pensamiento sobre el presente en la Argentina.
-¿Cuál es la importancia de pensar la Comunidad Organizada hoy, en este Siglo XXI, con su voluble posmodernidad?
-Iciar: La importancia es medular. La Comunidad Organizada continúa siendo el más alto nivel de conciencia y organización del pueblo argentino en toda su historia porque es reconocimiento de la integralidad humana en una síntesis cabal e indivisible de fe y política. Proyecto de civilización que parió la Argentina como alternativa al capitalismo liberal y al comunismo soviético que habían sumido al mundo en una crisis social, económica y moral sin precedentes, asentado en un programa de democracia social, participativa, humanista y cristiana que reconocía y garantizaba derechos y obligaciones de la persona humana cuya realización se daba sólo en una comunidad liberada que ligaba su destino al del conjunto de la colectividad.
Por eso, el sujeto político de la revolución Justicialista fue el pueblo libremente organizado y no el individuo egoísta del modelo liberal o el Estado colectivista del modelo comunista
Importancia medular que significa para nosotros responsabilidad y sentido de misión trascendente de realizarla en tiempos difíciles como los que vivimos, que su Santidad Francisco -que actualiza y universaliza, como un profeta en el desierto, el Justicialismo como visión y cauce de la actual hora de los pueblos-, caracteriza como una tercer guerra mundial de a partes. Argentina es una de esas partes.
Hoy la Argentina agoniza como resultante de décadas de destrucción de la comunidad organizada, comenzada a sangre y fuego en 1976 y continuada en el devenir de democracias demoliberales en sus versiones liberales/progresistas, con matices si se quiere, pero con un mismo basamento: la desaparición de la figura de Dios y de valores humanistas para entronizar en su lugar el reinado del materialismo, de una supuesta libertad sin límites ni responsabilidades de un sujeto individualista consumista y hedonista en confrontación constante y atroz de unos contra otros (mujeres contra varones, jóvenes contra viejos, etc.) que vino a suprimir la noción de persona humana que encontraba en la comunidad su propia realización y la de sus hermanos. Proceso, reitero, de destrucción de la Argentina, asentado en como mínimo, cuatro aspectos que el General Perón había alertado en su última actualización político doctrinaria, el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, donde ratificaba la vigencia medular de la Comunidad Organizada en tiempos de universalismo:
1. la destrucción del hombre argentino en el marco de una bestial transformación del ser nacional que suprimió la tradición y los valores solidarios de nuestro pueblo, para imponer en su lugar el individualismo neocolonial que impera en la actualidad y que nos dice que todo lo «nuevo» es mejor por el sólo hecho de serlo y si viene de las usinas culturales yanquis y/o francesas, es óptimo, que hay que cortar marras con lo anterior por «viejo», no en balde escuchamos hablar hoy de que la doctrina justicialista atrasa, cuando en verdad en función del proceso de involución que vivió nuestro país de 1976 al día de hoy, está en el futuro, esperando su realización.
2. Avance de esta guerra cultural en la que estamos sumidos a través de la expansión de los medios de comunicación y del avance del narcotráfico que viene matando a nuestros pibes como moscas en cualquier rincón del conurbano bonaerense. Culto al dinero, a la violencia, al descarte y ruptura radical de los vínculos solidarios entre las personas humanas que fueron el corazón de la Comunidad Organizada.
📌Conferencia Magistral “Desafíos para la reconstrucción de la Comunidad Organizada”, en conmemoración de los 70 años del Primer Congreso Nacional de Filosofía, en @DerechoUNLZ.
📝Para inscribirse, deben enviar un mail a [email protected]
👉Actividad no arancelada. pic.twitter.com/lIc44VNG5T
— Universidad de Lomas (@UNLZoficial) April 17, 2019
3. Disolución de la orgánica popular que dio lugar a la conversión de aquel pueblo de 1974 en la masa inorgánica actual a través de una reinstalación a partir de 1983 de una «democracia liberal representativa» ya superada en nuestra experiencia histórica nacional (Perón en 1974 realizaba una verdadera democracia: social, orgánica y directa como federación de organizaciones libres del pueblo), que venía a encubrir la continuad de los logros de Martínez de Hoz, la estructura de país colonial que heredamos, generando una supuesta participación popular: cada dos y cuatro años se convoca al convidado de piedra a poner una boleta en las urnas. Para el caso del peronismo, fue vehículo para convertir a un movimiento nacional revolucionario en un partido liberal más del «arco político constitucional» que abandonaba a su suerte a un pueblo que quedaba a la deriva.
4. Claramente, el ataque al país industrial con pleno empleo que habíamos sido se dio hermanado a esta destrucción de las bases espirituales que en la Comunidad Organizada se sostenían en la familia argentina, en el modelo sindical y en el horadamiento de las organizaciones libres del pueblo en sentido amplio. Y así llegamos hasta aquí.
En tal sentido, a 70 años de la presentación que el General Perón hizo de la Comunidad Organizada, seguimos afirmando su actualidad considerando que: 1. La verdadera democracia que debemos restaurar deberá asentarse en la centralidad de las organizaciones libres del pueblo, únicas depositarias del poder nacional, refugio y casa común de realización de la persona humana con centralidad en la familia, los sindicatos y el conjunto de organizaciones libres, basamentos de la Comunidad Organizada. 2. La política debe volver a ser voluntad nacional tras un ideal de justicia, bien común y sentido heroico de la vida y no administración de la dependencia y trampolín de negocios individuales o de facciones 3. Los valores materialistas que priman en el actual mundo que se derrumba devastan los vínculos humanos y conducen a la violencia y la anarquía social, por eso necesitamos restaurar una fe, un ideal de justicia colectiva y un sentido de igualdad en el corazón de la actividad política de las organizaciones libres del pueblo. Las tres banderas que motorizaron la Comunidad Organizada en el marco de la gran Comunidad Organizada Iberoamericana que postuló Perón en 1974, son el marco de realización futura para una Nación que se niega a asumir un destino colonial.
-¿Considerás que hay un resurgir del pensamiento nacional argentino, de las propias categorías para pensarnos, frente a un modelo global que busca eliminar toda diferencia o especificidad nacional?
-Iciar: Soy una convencida que la actividad del intelectual y del pensador se afirma en las organizaciones libres del pueblo y en la forja de una fe en nosotros mismos y de una conciencia nacional independiente. En tal sentido, más que inventar en la Argentina debemos restaurar los valores que fueron ocultados y/o falseados por todo el aparato del colonialismo cultural puesto al servicio del proyecto de globalización del hambre y de la profundización de la condición colonial del país. Insisto: Perón y su doctrina no son piezas de museo a revisitar sino que están en el futuro alertando qué es lo que hay que hacer. La Comunidad Organizada continúa siendo el marco de realización para la magna tarea histórica de la independencia de la Argentina que ofrece valores trascendentes y refuerza la fe, un «evangelio de justicia» caracterizado por el tránsito del yo al nosotros en un destino colectivo del pueblo y la grandeza de la Nación. Esto se predica y se realiza: pégate una vuelta por José León Suárez y escúchalo al Padre Pepe hablando de las Tres C (Capilla-Colegio-Club), organizando una comunidad disociada y sumida en la pobreza y la indignidad a través de valores trascendentes y solidarios. Eso es Comunidad Organizada. Escúchalo a Víctor Lupo alentando la necesidad de restaurar los clubes de barrio como escuelas de vida, caminando la Argentina con un sentido de misión. Eso es Comunidad Organizada. Y miles de predicadores trabajando incansablemente en la restauración de nuestro propio camino de realización.
Perón y su doctrina no son piezas de museo a revisitar sino que están en el futuro alertando qué es lo que hay que hacer
-Vas a compartir panel con Alexander Dugin, hombre cercano a Putin, ¿qué opinión te merece su obra, su mirada sobre la recuperación de la identidad nacional?
-Iciar: Occidente es un cementerio humano. Dugin, como lo había hecho Perón en la Comunidad Organizada, realiza hoy un diagnóstico detallado y certero de la hora política contemporánea sumida en una profunda crisis de valores y de sentido de la persona humana. Desaparecidas las tesis que habían sostenido determinado orden social, priman el relativismo cultural y la guerra sin cuartel donde el hombre es lobo del hombre. Donde el individualismo radical camina hacia la profundización de una decadencia que destruye pueblos, naciones y atenta contra la supervivencia del Planeta mismo. Y ofrece alternativas. Hay que escucharlo atentamente pero, en el marco de esta actividad, fundamentalmente, hay que hacernos escuchar y, tal como lo hizo Perón en Mendoza en 1949, mostrar puertas adentro y fuera de la Argentina, la grandeza de lo que fuimos, la Comunidad Organizada y recordar que la tarea de demolición económica, institucional y cultural de la Argentina Justicialista formó parte de las directrices del centro de poder anglosajón. Lo que fuimos y lo que podemos ser. Hablar fuerte y claro en la actual encrucijada que atraviesa nuestro país e Iberoamérica: o reconstruimos la Comunidad Organizada en una Nación y un continente libre u optamos por ser patios traseros del orden mundial del capitalismo neoliberal anglosajón y su programa de desaparición de la Argentina que, entre otras cuestiones, explica que la mitad de los niños en el país, que alguna vez fueron los únicos privilegiados, hoy sean pobres, esto es, que nazcan para morir de hambre, por el paco o por la bala de la policía bonaerense. Hablar alto y fuerte: cuál es nuestra propuesta para salir del atolladero en que estamos, que es además, una propuesta civilizatoria para mundo en su conjunto.
Iciar Recalde (La Plata, 1978). Licenciada en Letras y predicadora de la doctrina nacional justicialista. Es Profesora de Literatura argentina del Siglo XX y de Sociología de la cultura latinoamericana en la Universidad Nacional de La Plata, del Seminario de Introducción al Peronismo en la Universidad Nacional de Lanús y de Política y Sociedad en la Universidad Nacional Arturo Jauretche, donde dirige además el Programa de investigación en Política y Sociedad Raúl Scalabrini Ortiz. Ha dictado seminarios y charlas sobre Pensamiento Nacional y Doctrina Justicialista en Universidades Nacionales, Sindicatos y en múltiples organizaciones libres del pueblo de nuestro país. Prologó dos volúmenes del General Juan D. Perón, La hora de los pueblos/América latina: ahora o nunca y Modelo Argentino para el Proyecto nacional editados por la Biblioteca del Congreso de la Nación y ha escrito diversos trabajos sobre la vigencia del pensamiento de Juan y Eva Perón
-¿Cuál es la clave para pensar hoy la comunidad organizada?
-Andrés: Aunque son muchas las cuestiones interesantes de la famosa conferencia, las ideas fundamentales de la comunidad organizada, en mi opinión, son dos: la noción de que el hombre es un equilibrio de espíritu y materia que debe realizar ambas laderas en armonía, sin que la realización de una de ellas vaya separada o en contra de la otra; y, en segundo lugar, que esta realización debe hacerse en el marco colectivo concreto en el que se hallan los hombres y donde despliegan su existencia. Es decir, la naturaleza social del hombre debe armonizar las potencialidades individuales con las necesidades y atributos colectivos. De estas nociones filosóficas y antropológicas se desprenden vastas consecuencias en los ámbitos político, social y aun económico, porque no es lo mismo intentar ordenar la vida colectiva tratando de hacer competir a los individuos promoviendo su egoísta maximización de beneficios, que conducir a la comunidad como un espacio de convivencia compartida. Obviamente la disolución de las individualidades en agentes colectivos (sean estos un Estado o una pretendida minoría desgajada de su entorno social, por ejemplo) tampoco puede ser un ámbito positivo para la realización personal. La comunidad organizada recupera una visión integral del hombre e intenta rescatarlo del mutilamiento existencial que han provocado las ideologías de la Modernidad, y lo hace partiendo de bases doctrinales muy diferentes, como la cultura clásica y la cosmovisión cristiana.
-¿Cuál es la vigencia de pensar desde lo nacional?
-Andrés: Retomando lo que dije más arriba, de que la existencia individual se halla en un marco colectivo concreto, la idea de pensar desde lo nacional para nosotros tiene una gran importancia. Porque los condicionamientos históricos, culturales, etc., imponen distintos desafíos y espacios existenciales diferentes a la hora de abordar las contradicciones que se dan entre los hombres. Es decir, las colectividades tienen su específica realidad y sus propias personalidades; por ende, cada situación es diferente y no pueden abordarse los conflictos y desafíos desde leyes racionales de alcance universal, como quiso el proyecto de la Ilustración. La misma globalización, que genera una progresiva homogeneización técnica, produce rupturas y diferenciación en lo micro social… estamos en una época de cambio cuyas consecuencias, por la velocidad de los acontecimientos, no terminamos de asimilar. De allí la urgencia de pensar desde cada espacio diferenciado, que en nuestro caso es la nación de los argentinos, que a su vez se encuentra en una realidad histórica más amplia que es América.
-Te desempeñás en el grupo de investigación Nomos, filosofía y pensamiento estratégico ¿Qué actividades impulsan y cuál es su aporte?
-Andrés: Nomos nace de un grupo de jóvenes compañeros con los que compartíamos un origen común en el peronismo y con análogas inquietudes que, de algún modo, están sintetizadas en lo que venimos hablando. Tratamos de pensar la realidad desde el magnífico legado doctrinal de Juan Perón aquí en el siglo XXI, ya que le reconocemos una notable vigencia conceptual, al tiempo que intentamos dialogar con las corrientes que, desde distintas geografías y épocas, nos permitan reflexionar desde una perspectiva crítica los desafíos que presentan la Modernidad y la globalización. En esta labor editamos libros como los de los pensadores Aleksandr Dugin de Rusia, Alain de Benoist de Francia o Diego Fusaro de Italia. Por supuesto, estudiamos la obra de lo que se dio en llamar pensamiento nacional, en particular la de los autores más «políticamente incorrectos», por decirlo de algún modo. También intentamos producir por nosotros mismos material tanto de investigación como de meditación teórica y que, en algunos casos, puede encontrarse en nomos.com.ar, nuestro sitio web.
Andrés Berazategui, miembro del grupo Nomos, es licenciado en Relaciones Internacionales y maestrando en Geopolítica y Estrategia por la Escuela Superior de Guerra del Ejército.