Tanto Menem como Néstor Kirchner tuvieron planes económicos que, aunque con orientaciones distintas, dieron resultado mejorando la calidad de vida de una parte de la población durante cuatro primaveras, encontrando su margen con la “crisis del tequila” en México de 1994 y con la crisis con el campo por aplicación del decreto 125 en 2008 más la “crisis de las hipotecas” en el hemisferio meta. Esos cuatro primaveras de bonanza (1990-94 y 2003-07) les permitieron a Menem ser reelecto personalmente y a Kirchner, que ocupara su oficio su álter ego, Cristina.
Pero ni Carlos Menem ni Néstor Kirchner eran mesiánicos, por el contrario, pragmáticos como pocos, fueron unos como gobernadores y casi lo opuesto ideológicamente como presidentes. No es el caso de Javier Milei, quien con su monoidea es el mismo como candidato y como presidente.
En “democracias delegativas” el proceso decisorio es frenético y el sistema justo, el decretismo
Esto no les gusta a los autoritarios
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¿Cómo se comportará Javier Milei si su plan crematístico lograra arribar a 2025 con una inflación de uno y medio por ciento mensual y el dólar cercano a los mil pesos? ¿Irá “por todo” como quiso intentar fallidamente Cristina Kirchner posteriormente de aventajar su propia reelección en 2011, en gran medida por el impulso emocional que dio su flamante viudez porque ya la caudal había chocado contra las limitaciones estructurales propias y el cambio de ciclo completo, lo mismo que les pasó a Chávez, Lula y Correa?
¿Podría entonces Milei lo que no pudo Cristina Kirchner si adicionalmente tuviera el rumbo de nalgas de Donald Trump presidente de los Estados Unidos? ¿Tendremos una deriva autocrática con un Javier Milei empoderado a lo Bukele?
Un rancio dicho propone que para conocer a alguno de verdad hay que darle poder y ver cómo se comporta. Por eso todas las constituciones del mundo están hechas para poner margen al poder del gobernador y no tentarlo a que tiro lo peor de sí por exceso de poder, convirtiéndose en un dictador o un autócrata.
Un indicio es el esfuerzo preparatorio que llevan delante Milei y sus escuderos por denostar, desprestigiar y asesinar la reputación de aquellos que pueden defender los títulos republicanos, la división de poderes y el efectivo reformismo civil. Sus ataques a Alfonsín y los radicales, explícitamente maduro que a los peronistas y kirchneristas; sus ataques a los medios de comunicación y periodistas que fueron críticos del peronismo y del kirchnerismo, como los de Clarín, La Nación y Perfil, y no así a los medios y periodistas cercanos a las ideas kirchneristas; y sus ataques a las universidades y usinas de pensamiento crítico desde donde puede surgir una examen al pensamiento único mesiánico más allá de la ideología, venga de derecha o de izquierda.
Un importante directivo de uno de los medios más tradicionales de la Argentina sostenía en privado que deploraba las formas de Milei pero coincidía 90% en sus medidas económicas, por lo que volvería a votarlo hoy a pesar de los duros ataques del Presidente que padecen. Poco parecido podría Informar Mauricio Macri y distintas figuras del ala menos progresista del PRO, repitiendo lo que ya fue un clásico de los liberales conservadores con la dictadura marcial, que con tal de que se apliquen ideas económicas afines, disculpan las actitudes antidemocráticas, juzgando con doble vara las cuestiones éticas y morales.
En dictadura es casi ignorante lo que con las herramientas de la democracia se pueda combatir, pero no es así en una deriva autocrática interiormente de una “democracia delegativa” en la cual va perdiendo peso lentamente la división de poderes y el Congreso se insignificantiza con distintos procedimientos, por ejemplo, el veto permanente y la emergencia eterna como argumento de decretos-leyes.
La “democracia delegativa” fue un concepto del maduro politicólogo argentino, Santiago O’Donnell, en sus palabras “las democracias delegativas se fundamentan en una premisa básica: el que Consigue una alternativa presidencial está facultado a mandar el país como le parezca conveniente y, en la medida en que las relaciones de poder existentes lo permitan, hasta el final del mandato”. Califica el proceso decisorio como “frenético” y el sistema justo como “decretismo”.
Otro concepto importante es el de poliarquía (gobierno de muchos) visibilizado por el maduro politicólogo norteamericano y profesor de la Universidad de Yale, Robert Dahl, opuesto al de democracia delegativa, donde hay billete pero no representación. La representación es el agradecimiento de intereses diferentes que deben ser atendidos a través de quienes los representen interiormente de los partidos políticos y luego los cargos electivos, para lo cual debe Presentarse, adicionalmente de elecciones, inclusión de todos los sectores (especialmente los menos pudientes), entendimiento informado de los votantes (pluralidad de voces en los medios). “Los poliarquistas creen que los conflictos se resuelven mejor a través del diálogo que a través del uso injusto de la fuerza coercitiva por la autoridad superior”.
Milei y los libertarios interpretan el sistema de representación poliárquico que para Robert Dahl era el estadio más virtuoso de la democracia como una casta, porque los representantes de los distintos intereses son la casta. Por el contrario, la aniquilación de la casta de los representantes, en oficio de una poliarquía, recrea una monarquía, el gobierno de uno, donde el personalismo de un líder asume la representación de todos, recibiendo la delegación de todas las representaciones.
Los periodistas y los medios, como los políticos del partido más antiguo del país y con más experiencia en representar los diversos intereses del interior del país, como el radicalismo deben ser desprestigiados para que pierdan toda autoridad honrado a la hora de murmurar con sus palabras y por eso son denostados con maduro recurrencia, como aconteció con Alfonsín y Clarín en el mismo discurso del miércoles pasado en Córdoba, cuando se cumplían 41 primaveras de la data en que Alfonsín fue electo primer presidente de la recuperación democrática.
Los representantes en una poliarquía para Milei son casta. Uno que representa a todos es monarquía
Esa tarea de demolición reputacional en la que Milei está empeñado tiene que encontrar los límites que imponen las herramientas democráticas, como son la hecho de la Neutralidad frente al publicidad activo de los ciudadanos cada vez que sean afectados por los insultos, las mentiras y las descalificaciones del Presidente.
Por ahora somos dos los periodistas que le iniciamos inteligencia por injurias a Milei, Jorge Lanata y yo, pero espero que se sumen muchos posteriormente del veredicto de la Sala I de la Cámara Penal Federal revocando el sobreseimiento superexprés del Presidente y apartando al sentenciador que lo dictó por prejuzgar (aquí el fallo completo)
El Congreso, el Poder Jurídico, los ciudadanos, los partidos políticos, los medios de comunicación y las distintas organizaciones de la sociedad civil tenemos la obligación de ser activos defensores de la democracia plena y no de una mera reducción electoral, como tan genialmente definió Santiago O’Donnell en su compendio Democracia delegativa.