Los gobiernos de Francia y Alemania están en alerta y debaten puertas adentro qué medidas tomar como respuesta a la gran cantidad de contagios de Covid-19 que se vienen registrando en los últimos días, a un mes y medio de la llegada del invierno en Europa.
El portavoz del gobierno francés, Gabriel Attal, explicó este martes que después de 18 meses de crisis sanitaria «no hay que excluir nada por principio», al ser consultado sobre la eventualidad de un confinamiento, aunque este rebrote no se traduce -de momento- en una situación preocupante en los hospitales. A su vez aclaró que «no está previsto, ni de lejos ni de cerca, volver a confinarse» para las Navidades.
Francia está pendiente porque los contagios han subido casi un 50% en una semana y se acaba de superar el umbral de 100 casos por cada 100.000 habitantes por primera vez en dos meses. Sin embargo, Attal insistió en que la situación es menos mala que en otros países vecinos como Holanda o Alemania, y lo atribuyó a una mejor tasa de vacunación gracias a la obligatoriedad del certificado Covid desde el verano para muchos actos de vida social.
En la última semana se han registrado de media más de 10.000 contagios diarios mientras las hospitalizaciones también han crecido pero a un ritmo inferior, un 6-10%.
Este lunes había 7.361 enfermos de Covid-19 internados (250 más que el domingo) y 1.257 (47 más) en las unidades de cuidados intensivos. Sin embargo, son cifras muy inferiores a los picos alcanzados a mediados de abril, cuando hubo más de 31.000 hospitalizados y más de 6.000 pacientes en las unidades de cuidados intensivos.
El lunes, por otra parte, se informó de 75 muertes por coronavirus, con lo que oficialmente ha habido 118.200 desde el inicio de la epidemia.
Precisamente Alemania analiza en estos días la posibilidad de imponer la vacunación obligatoria para trabajadores de algunos sectores, entre ellos el sector sanitario, en medio de lo que denominan una cuarta ola con cifras de contagios y de muerte en alza, y con la campaña de vacunación voluntaria estancada.
El debate, fundamentalmente a través de los medios, precede a la votación que el próximo jueves se celebrará en el Bundestag, que tiene previsto aprobar las nuevas medidas preparadas por socialdemócratas, liberales y verdes para sustituir desde el 25 de noviembre a las que permitieron en el país a nivel federal las normas aplicables por el estado de emergencia contra la pandemia.
Pero ya cunde el escepticismo sobre la capacidad de controlar alguna de ellas, como la que prevé que el uso del transporte público estaría restringido a personas vacunadas, que pasaron la enfermedad o con un test negativo reciente.
«Hay que decirlo con claridad, si la gente se hubiera vacunado -y ya en verano hubiéramos podido vacunarnos todos- el coronavirus habría dejado de ser un problema en Alemania», dijo el primer ministro bávaro, Markus Söder.
El Instituto Robert Koch de virología registró este martes 32.048 nuevos contagios de coronavirus, 10.216 más que hace una semana, y 265 muertes relacionadas con la enfermedad frente a las 169 del martes pasado. La incidencia semanal alcanzó un nuevo récord con 312,4 contagios por 100.000 habitantes.
Por otra parte, el número de pacientes que se encuentran en cuidados intensivos a causa del coronavirus alcanzó los 3.190, un 22 por ciento más que la semana anterior. Esto implica una ocupación del 13% de las capacidades de las unidades de cuidados intensivos.
Desde el comienzo de la pandemia ha habido en Alemania 5.077.124 contagios confirmados y 97.980 muertes.
«Tenemos diversos grupos, algunos esotéricos, algunos de extrema derecha, que rechazan la vacuna. Tenemos que insistir en la campaña de información para vencer resistencias», admitió Söder. En Alemania, el 67,6% de la población ha recibido la pauta completa y un 70,1% la primera dosis.