El aborto legal fue el primer reclamo del día de la Mujer
“La revolución será feminista o no será”. Los carteles, como en todas las marchas, funcionaron de voz. Y hubo tantos como mujeres movilizadas. Fueron unas 200 mil, un récord. La marea de color violeta y verde llenó la Plaza de Mayo, la Plaza de los Dos Congresos, y las quince cuadras que separan los dos edificios donde se toman decisiones y se deciden leyes. El reclamo era a los gobernantes y a los legisladores: políticas públicas para terminar con la violencia de género y la precarización laboral de las mujeres, y también la aprobación de la ley del aborto seguro, legal y gratuito.
“Si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”, había sido el lema del primer paro nacional de mujeres, en octubre de 2016. Algunas mujeres pudieron parar y dejar sus puestos de trabajo, otras muchas no lo lograron. Pero por la tarde, miles salieron de sus casas y dejaron sus tareas para movilizarse. Las marchas se replicaron en las principales ciudades del interior y en más de cincuenta países.
El aborto, la violencia, los femicidios, la precarización laboral, la brecha salarial, fueron los reclamos en un país en el que hubo al menos 2.679 femicidios en los últimos 10 años, 418 eran niñas y adolescentes. Cada 30 horas una mujer es asesinada por ser mujer.
Las cifras oficiales también dicen que cada 3 horas una nena se convierte en madre porque fue violada, y que cada día 300 adolescentes tienen un hijo. Otras encuestas muestran que el cien por ciento de las mujeres ha sufrido maltratos y descalificaciones, que la mayoría alguna vez tuvo miedo de ser abusada, y debió soportar el acoso cotidiano en la calle. Y que medio millón de mujeres se realiza un aborto clandestino cada año, que miles terminan internadas por someterse a esta práctica en condiciones deplorables, y que cien mueren. Es la primera causa de mortalidad materna.
LEER MÁS: La Iglesia Católica contra el aborto
De todo esto se trató la movilización. Y las mujeres fueron preparadas, con pelucas de colores, sus carteles, sus banderas, sus pañuelos, sus cuerpos pintados. Podría escribirse una crónica entera citando sólo los carteles: “Somos el grito de las que no tienen voz y de las que todavía no pueden hablar”; “Ni santas ni princesas, libres y diversas”, “Yo no soy perro, no me silbes”, “Si una mujer se empondera todo el pueblo se libera”, “Seamos libres, seamos poderosas”, “Eso que llamás amor es trabajo no pago”, “Ni dóciles, ni sumisas ni calladas”.
Estaban las banderas de los gremios, los sindicatos, las universidades, la mayoría de los partidos políticos y muchas organizaciones de base. Entre ellos se movían los centros de estudiantes de colegios como el ILSE, el Eccleston, el Pellegrini, el Esnaola, el Lenguas Vivas, y tantos más. Llamaban la atención porque esas chicas tan jóvenes, de 13, 14, 15 años, marchaban junto a sus compañeros varones. Ellas y ellos usaban pañuelos de lucha, tenían carteles con reclamos, cantaban a la vez. No pasó lo mismo con las mujeres más grandes, que se movilizaron entre ellas, con sus amigas, compañeras de trabajo, o sus hijas.
El reclamo central fu: el cuerpo, el cuerpo como territorio privado, el cuerpo y poder decidir sobre él. Los cuerpos pintados hablaban de eso. Las mujeres habían usado marcadores para poner frases en panzas, caras, tetas, muslos. El cuerpo que no debe ser violentado, con golpes, violaciones y muertes. Y el aborto.
“Si si señores, si si señores, prohíben el aborto los curas abusadores”, “Si el Papa fuera mujer, el aborto sería ley”, “La Iglesia católica apostólica romana que se quiere meter en nuestra cama, les decimos que se nos da la gana de ser putas, travestis y lesbianas, aborto legal en el hospital”, cantaban las mujeres con bombos y redoblantes. Y no sólo las de la Campaña Nacional por el Aborto Legal Seguro y Gratuito que presentaron el proyecto de Interrupción Legal del Embarazo (ILE) que empezarán a tratar los diputados en unos días.
Los pañuelos verdes de la Campaña se vendieron en minutos. Habían llevado 900, y a 30 pesos, volaron. Los hacen dos cooperativas de mujeres salteñas, una las corta, otra las estampa. Y desde que se supo que esta vez, la séptima, el proyecto llegará al recinto, no paran de hacer los pañuelos que desde hace trece años son el distintivo de la Campaña.
“Ahora que sí nos ven, ahora que sí nos ven… abajo el patriarcado, se va a caer, se va a caer, arriba el feminismo que va a vencer, que va a vencer”, cantaban muchas otras. Los cánticos se repiten marcha tras marcha, como en los paros de mujeres anteriores, o las de NiUnaMenos. En esta se sumaron cantos contra el presidente “Mauricio Macri la yuta que te parió”, “Macri basura, vos sos la dictadura”, que le dieron un tinte político a la manifestación.
El enojo contra el gobierno se vio claramente en el documento que se leyó al final, cuando ya eran casi las ocho de la noche. Se escuchó varias veces “gobierno neoliberal” en la voz de Liliana Daunes, que leyó un extenso texto que había sido acordado en asambleas previas de los movimientos de mujeres.
El primer punto de los reclamos del documento apuntó a la precarización laboral: “Contra el ajuste del neoliberalismo, rechazamos la precarización total de nuestras vidas”. Se pidió “el cese de los despidos y la flexibilización laboral que intentan disciplinar a la clase trabajadora”.
También se exigió la derogación de la reforma previsional “porque implica un retroceso para las amas de casa y trabajadoras domésticas informales”. Se rechazó el recorte de la Asignación Universal por Hijo y de todos los planes sociales, y se pidieron licencias por violencia de género, licencias más amplias de paternidad y maternidad, asignación para mujeres en situación de violencia de género, más presupuesto para políticas públicas que garanticen tareas de cuidado, escuelas infantiles y jardines comunitarios para trabajadoras.
También se exigió el fin de las violencias y los femicidios: “No queremos más niñas, ni adolescentes acosadas, abusadas, violadas, asesinadas”. Y el reclamo que más se escuchó: la legalización del aborto seguro y gratuito: “Estamos transitando un tiempo histórico, los pañuelos verdes de la Campaña Nacional nos hermanan en un grito que ya es global: Aborto Legal, Seguro y Gratuito. Exigir nuestro derecho a decidir sobre nuestros cuerpos y nuestras vidas”.