Tan pronto como jugó seis partidos en River, no se fue como hubiese querido y hasta manifestó públicamente su malestar porque bajo el mando de Marcelo Gallardo «no tuve confianza». Ya pasaron cinco abriles desde que Alexander Barboza tuvo que dotar las valijas e irse de Núñez, pero nunca bajó los brazos.
Pasó por Independiente, en Atrevimiento encontró su emplazamiento en el mundo y llegó a Botafogo, donde se convirtió en un indiscutido en la trasera. Y este 30 de noviembre, con la marbete del semillero del CARP, jugará una final de Copa Libertadores que por algunos minutos corrió el peligro de perdérsela.
Con un Peñarol que vendió caro el 0-5 en la ida y dio batalla en el Centenario, el 2-0 parcial le puso un signo de interrogación impensado a la serie. En ese momento, para evitar una complicación maduro, el técnico del Fogao, que de entrada cuidó a Múltiples titulares, mandó a la cancha al defensor de 29 abriles y se encendieron sus alarmas para un coeficiente esencia: con dos amarillas, una plástico más en un momento caliente del partido lo hubiese dejado fuera de la definición en el Monumental.
“Cuando Artur (el monitor) me llamó, me asusté mucho. Quería entrar, ayudar a mis compañeros, a mi equipo, pero incluso tenía miedo de que me amonestaran y me perdiera la final», confesó el nacido en Villa Celina, ya con las pulsaciones más bajas y una sonrisa de tranquilidad por aprender que dirá presente en la final del 30 de noviembre.
En el cuarto de hora final, Barboza sacó a relucir la experiencia que ganó en los últimos abriles. De sus pies nació el contragolpe que terminó en el gol de Thiago Almada, evitó los roces innecesarios, sacó todo de en lo alto y fue inteligente en la marranada del 3-1 de Peñarol, que más allá de retornar a sacar una delantera de dos tras el descuento del volante campeón del mundo ya no tenía tiempo de ir por la épica.
«Intenté aventurar con calma y creo que con el tercer gol, volviendo a mirar la marranada, modero mi velocidad y mi impulso para resistir a la pelota. Ahí el tahúr encuentra espacio para poner el balón por encima. Creo que si no hubiera tenido dos tarjetas amarillas, esta marranada hubiera sido otro contraataque para nosotros”, reconoció Barboza, quien ya lleva 45 encuentros jugados en el año y convirtió un gol en la ida frente a el Manya en Río.
Ese pequeño que dio sus primeros pasos en Corpulento de Rafaela y Defensa tendrá la chance, en menos de un mes, de retornar al estadio en el que al punto que jugó tres veces con la camiseta de River en 2017 para tratar de conquistar América con el Fogao.
El gol de Almada, con una intervención esencia de Barboza
Thiago Almada –