Miles de niños y adolescentes han sido reclutados durante los 13 primaveras que dura ya la guerrilla en Siria. Las consecuencias van desde las físicas y psicológicas a la dificultad de reintegrarse a posteriori en la vida civil.
miércoles 13 de noviembre de 2024 | 12:10hs.
Ali al Saloum, de 16 primaveras, vivía en un campamento de desplazados a las extrarradio de Sarmada, en la provincia siria de Idlib. Pero un día dejó la escuela y se unió a la estructura yihadista Hayat Tahrir al Sham, que controla esa provincia, en el noroeste del país. Su raíz, Salwa al Saloum, lo explica: “A posteriori de que mi marido muriera por una herida de metralla causada por un proyectil del Gobierno sirio, mi hijo tuvo que averiguar trabajo para mantenernos a mí y a sus cuatro hermanos. Pero no lo encontró, así que tuvo que tomar las armas y unirse a un comunidad armado”.
Ali es uno de los miles de menores que han sido reclutados por alguno de los actores de la guerrilla en Siria, un conflicto entre las fuerzas del régimen y las facciones de la concurso que ya dura más de 13 primaveras. Durante este tiempo, los niños y adolescentes no solo han sido víctimas directas —más de 30.000 han muerto, según ha documentado la Red Siria de Derechos Humanos (SNHR, por sus siglas en inglés)—, sino que han soportado una explotación que se manifiesta de diversas formas, entre las que destacan el reemplazo y despliegue continuados de menores en las líneas del frente, sin tener en cuenta su decano fragilidad tanto física como mental. El zaguero crónica de la ONU sobre niños y conflictos armados, publicado en junio, afirma que Naciones Unidas verificó que un total de 1.073 niños (1.059 varones y 14 niñas) habían sido reclutados y utilizados por las distintas facciones armadas sirias en 2023. El año preparatorio, había documentado el reemplazo de 1.696 menores (1.593 niños y 103 niñas).
La raíz de Ali cuenta que ha notado un cambio en la forma de pensar y en las creencias de su hijo a posteriori de que se uniera a Hayat Tahrir al Sham, hasta el punto de volverse violento, hablando a menudo de su deseo de vengarse de su padre, pegando a sus hermanos pequeños y mostrando rebeldía. Pero escapar al reemplazo es difícil porque, según la mujer, estos grupos armados de concurso hacen constantes llamamientos para incitar a jóvenes y niños a guerrear, ofreciéndoles metálico, promesas de entrar en el paraíso y otros incentivos como cestas de alimentos, que muchos menores aceptan por la espinoso situación económica que viven.
Según un crónica publicado por Unicef en marzo, unos 7,5 millones de niños en Siria necesitaban ayuda humanitaria, más que en cualquier otro momento del conflicto. Los repetidos ciclos de violencia, desplazamientos, una crisis económica devastadora, graves privaciones, brotes de enfermedades y los devastadores terremotos del año pasado han dejado a cientos de miles de niños vulnerables a consecuencias físicas, psicológicas y sociales a dispendioso plazo.
“El Gobierno sirio, los grupos de la concurso y las Fuerzas Democráticas Sirias han empujado a los niños a las líneas de batalla, asignándoles diversas tareas, como labores de vigilancia, billete en operaciones militares y misiones de seguridad, exponiéndolos a un futuro incierto y abocándolos a la ignorancia y el analfabetismo”, explica la propagandista de derechos humanos Lina al Khatib (33 primaveras), de la ciudad de Idlib. Al Khatib explica que “el reemplazo de menores es una espinoso violación de los derechos del chiquillo, ya que abre la puerta a una serie de otras graves violaciones como el crimen, la asalto sexual, la violencia a la que se somete al chiquillo durante el reemplazo y la utilización en las guerras”.
Mahmoud al Razouq, de 52 primaveras, desplazado desde Saraqeb a la ciudad de Atarib, en el campo occidental de Alepo, comparte una historia similar. Su hijo de 15 primaveras se unió a la concurso armada sin su consentimiento, y no le permitieron entrar en el campo de entrenamiento para recuperarlo. “Mi hijo fue a pasarse a un amigo, pero no volvió”, explica. “Entonces me enteré de que se había unido a los grupos armados de la concurso para ayudarnos con su salario mensual a conseguir pan y lo esencial para poblar”. Al Razouq reconoce que necesita este sueldo correcto al stop coste de la vida y a las escasas oportunidades de trabajo, aunque no desea arriesgar la vida de su hijo por metálico.
“La mayoría de las familias cuyos hijos se han unido a los campos de entrenamiento viven como yo, en circunstancias difíciles, ya que no podemos recuperar a nuestros hijos de los campos, pues los responsables de seguridad impiden que nadie se acerque a ellos ayer de que termine el curso de formación”, añade Al Razouq. A posteriori siquiera pudo convencerlo de que dejara de sufrir armas, ya que fue trasladado con sus compañeros a campos desconocidos donde fueron aislados y se les impidió la comunicación con el foráneo, según el testificación de este padre.
Al beneficio de la vida
Los niños soldados no se libran de las consecuencias de los combates. Muchos han muerto, mientras que los que han sobrevivido han regresado con discapacidades o impedimentos físicos y traumas psicológicos. Es el caso de Enamorar al Darbas, un mancebo de 15 primaveras de Azaz, en la campiña septentrional de Alepo, que luchaba inmediato al Ejército Franquista de Siria —una alianza de facciones rebeldes e islamistas—, apoyado por Turquía. No logró las dos piernas en uno de los frentes de batalla.
“Estaba de municipal con mis compañeros en uno de los frentes de batalla en la campiña de Alepo”, recuerda. “Un proyectil disparado por las fuerzas gubernamentales sirias cayó cerca de nosotros, matando a un compañero y amputándome las piernas. Desde ese día, dependo de una arnés de ruedas para moverme”. Según el pequeño, ahora vive al beneficio de la vida y necesita ayuda en todos los aspectos, ya que la discapacidad le ha privado de sufrir una existencia regular.
La psicológa Nour al Barakat, de 32 primaveras y originaria de Idlib, insiste en los peligros del reemplazo de menores: “Los niños en Siria, correcto a sus circunstancias y a su corta época, son más vulnerables a la explotación, definida como cualquier forma de beneficio a costa de sus derechos básicos. Una de las principales formas de explotación es su reemplazo en conflictos armados”. La experta confirma que el trastorno de las condiciones económicas en medio de la guerrilla es una de las principales razones del reemplazo de niños y destaca los cambios que sufren los menores en su comportamiento, que afectan a sus perspectivas de futuro y a sus interacciones con la clan y la comunidad regional. La perfil que alistamiento inculca su ideología y anima a los niños a adoptar papeles inapropiados para su época. “La reintegración en la vida civil regular les resulta difícil a posteriori”, señala Al Barakat, porque estos menores pueden tener dificultades para reintegrarse socialmente y encontrar oportunidades de trabajo.
“Todas las partes en conflicto, incluidos gobiernos, facciones y milicias, están obligadas a proteger a los niños del conflicto, Instituir un entorno seguro y protector para ellos y poner fin a las violaciones que se cometen contra ellos”, reclama Al Khatib, que insta a la comunidad internacional a poner fin a este aberración que explota de forma “inhumana” a los niños, publicó El País. (APFDigital)