En diciembre de 2019, para ese puesto Cristina Kirchner, primero, y Alberto Fernández, después, tenían pensado a quien ahora quieren que reemplace a Kreckler: el dirigente político Sabino Vaca Narvaja, de 45 años, quien al ser designado Kreckler en diciembre, le dieron un puesto especial de Representante Comercial de Argentina en Beijing.
Sabino es el tío de la nieta de la ex presidenta y uno de los hijos del fundador de Montoneros, Fernando Vaca Narvaja. Es decir, es hermano de Camilo, ex pareja de Florencia Kirchner, padres de Helenita. Sabino llegó a su misión incluso antes que Kreckler.
El escándalo de Kreckler explota justo ahora, en medio de las delicadas negociaciones que el embajador mantenía en Beijing para la adquisición de 30 millones de vacunas contra el coronavirus en todo el año a la empresa Sinopharm, pudo confirmar este diario de altas fuentes.
Esta es una negociación distinta a la que lleva adelante el Gobierno para la compra de las vacunas de otro laboratorio chino, Sinovac, a través de Brasil.
Luis Kreckler cae en Beijing porque no supo interpretar los códigos políticos del Presidente y la peculiar manera de Felipe Solá para manejar formalmente la Cancillería. Alberto Fernández no tiene resentimiento personal con el embajador de carrera que regresará pronto a Buenos Aires. En cambio, Solá siempre pensó que Kreckler movía sus piezas para llegar al piso 13 del Palacio San Martín.
Vaca Narvaja pasó su infancia exilado en La Habana y juega al poder como José Capablanca, un ajedrecista cubano que reducía a sus adversarios con movimientos rápidos e inesperados. Licenciado en Ciencia Política y experto en China, Vaca Narvaja no fue antes embajador en Beijing porque Alberto Fernández pensó que era “demasiado joven” para esa posición diplomática.
A Kreckler lo acusaron de pretender un piso nuevo en Beijing, haber organizado una mudanza familiar costosísima desde Berna a China, cierta molicie para tratar con la nomenclatura comunista y partir hacia una isla con duty free cuando se negociaba la vacuna con los empresarios asignados por Xi Jinping.
Esa información interna del Palacio San Martín llegó sin escalas a Olivos. Y el canciller sonrió con malicia cuando le preguntaron al respecto. Ni una oración a favor de Kreckler.
Alberto Fernández no necesitó de las opiniones de Solá para comprobar que Kreckler no se ajustaba a sus necesidades políticas en China. Nunca le gustó que tardara tanto en llegar de Suiza a Beijing, y a su vez descubrió que Vaca Narvaja era astuto, diligente, callado y muy efectivo.
“No sé que rosca tiene en Beijing, ni con quien habla. Pero sabe cómo funciona la maquinaria, y cada vez que le pedí algo, lo resolvió”, opinó el jefe de Estado sobre Vaca Narvaja cuando ya era público que Kreckler había sido desplazado de la embajada en China.
Vaca Narvaja fue clave para lograr que Xi Jinping renovara un swap de 8.500 millones de dólares que está depositado en el Banco Central y había sido atado a los dos créditos stand-by firmados por Mauricio Macri con el Fondo Monetario Internacional (FMI).