Una nueva edición de la encuesta del Observatorio de la Deuda Social (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA), que abarca a un conjunto de centros urbanos, indicó que el 44,2% de la población total está bajo la línea de pobreza, un índice superior al de 2019.
Según el relevamiento, ese porcentaje abarca a 20.300.000 personas, de las cuales 4.500.000 no cuentan con el alimento necesario y más de 15 millones comen pero viven en malas condiciones.
Los datos arrojados por la encuesta reflejan el empeoramiento de las condiciones de vida en un año atravesado por la pandemia y una muy fuerte caída de la actividad económica y del empleo, además del problema de la inflación que Argentina arrastra desde hace años.
Los resultados también muestran que la indigencia en niños y adolescentes (viven en hogares donde el ingreso no alcanza siquiera para la alimentación más básica) llegó este año a 16%,mientras que en 2019 era de 14,8%.
En ese sentido, se reveló que un 64,1% de los menores de 18 años vive en hogares donde el dinero que ingresa no le alcanza a la familia para procurarse un conjunto básico de servicios y bienes materiales; es decir, son personas pobres por ingresos.
«Hubo una profundización de las desigualdades y un aumento tanto de la pobreza por ingresos como de la pobreza estructural«, explicó el sociólogo Agustín Salvia, director del Observatorio, durante una conferencia de prensa en la que presentó los datos de la encuesta.
Asimismo, Salvia aclaró que la medición llevada a cabo por la UCA arroja habitualmente un índice de pobreza por ingresos más elevado que el del Indec.
En total se relevaron 5728 hogares participantes, en los que viven 17.920 personas, de las cuales 4220 son niños. El estudio abarca a los centros urbanos con 80 mil habitantes o más; entre ellos, la ciudad de Buenos Aires, el conurbano bonaerense, Gran Rosario, Gran Córdoba, San Miguel de Tucumán – Tafí Viejo y Gran Mendoza.
Entre los indicadores está el de inseguridad alimentaria (condición que sufren quienes de manera involuntaria redujeron la porción de comida o tuvieron episodios de hambre por problemas económicos), que representó el 10,4% del total este año. En 2019 el índice había sido de 9,3% y en 2010, de 7,6%.
De todas maneras, Salvia señaló que al tratarse de encuestas telefónicas, puede existir un sesgo de «deseabilidad positiva», dado por personas que responden según lo que desean que ocurra y no según lo que en realidad ocurre.
Siempre teniendo en cuenta la cuarentena que hubo de por medio, el estudio indica que en el cuatrimestre considerado (julio a octubre) la situación económica y ocupacional resulta menos grave respecto de los meses previos, cuando el confinamiento era más estricto. «Sin embargo, no hay evidencias claras de una recuperación importante», dijo Salvia.